La futura ley de Libertad Religiosa desarrolla la "laicidad del Estado"

La ley de Libertad Religiosa que prepara el Gobierno avanzará en la "laicidad del Estado". Así se llama uno de los capítulos del borrador que maneja el Ejecutivo y que obliga a los poderes públicos a mantener "la neutralidad ante la religión o las creencias y a evitar toda confusión entre funciones estatales y actividades religiosas". Crucifijos y otros símbolos quedarán excluidos de las escuelas, hospitales y centros públicos, aunque se permitirán en los concertados. Los actos oficiales, como funerales de Estado, "se llevarán a cabo de forma que no integren ceremonias de carácter religioso", salvo que así lo soliciten los familiares de los fallecidos. Se limita también la actuación de las autoridades públicas. Si quieren participar en una misa, por ejemplo, tendrán que hacerlo sin quebrar "los principios de neutralidad y no discriminación".

El Ejecutivo no ha decidido aún cómo tratar el pañuelo islámico. Por el momento no aparece ninguna restricción, más allá del orden público y los derechos de los demás, sobre símbolos religiosos individuales de quienes no representan al Estado. Se ampliarán derechos para las confesiones de notorio arraigo: mormones, testigos de Jehová, budistas y ortodoxos.