"Lloré de rabia en EEUU 1994"
El Mundial me lleva a mis cuatro años. A los dibus de Naranjito y Clementina los domingos después de comer y a los cromos y camisetas jugando con mis hermanos. Y también me lleva a un verano, ya más adolescente, en El Raposo. Ese año todos los niños después de la piscina veíamos los partidos. En cuartos de final jugaba España contra Italia y Tassotti le dio un codazo a Luis Enrique que le rompió la nariz y el muy petardo del árbitro (por no utilizar los adjetivos que aquella calurosa tarde le agenciamos al susodicho) ¡no pitó penalti! No dábamos crédito. Fue tremendo, se nos aguó la fiesta.
Perdimos por 2 a 1 y nos robaron el empate. Después de haber seguido todos los partidos, la tensión, la impotencia y la desilusión me hicieron llevarme un sofoconcillo y lagrimotear de rabia. Y eso que no soy muy aficionada, pero todos estábamos entusiasmados, me había metido en el Mundial, la verdad, y esa tarde lo viví como nunca. Los nuestros habían jugado muy bien y el árbitro nos la jugó. No he vuelto a vivir un Mundial con esa emoción.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.