Máximas periodísticas
Si alguien no conocía a Helen Thomas, bien podía identificarla de inmediato por el lugar de privilegio que ocupaba en la sala de prensa de la Casa Blanca. Al menos ha sido así durante el último medio siglo, primero con una Thomas en plena juventud, después entrada en la madurez y, finalmente, convertida en una anciana. Thomas siempre conservó su puesto en el centro de la primera fila, justo enfrente de quien ocupase la tribuna, ya fuese el último de los portavoces oficiales o el mismísimo presidente de Estados Unidos.
Pero conservó, además, un desparpajo que la empujaba a caminar sobre el abismo como un sonámbulo que entrase en trance con sus propias palabras. Y tantas veces caminó sobre él que, al final, ha tenido que afrontar el batacazo, abandonando por la puerta falsa la profesión a la que dedicó toda su vida. Lo que no pudieron varios presidentes del país más poderoso del mundo, ni tampoco el peso de la edad, lo han conseguido unas declaraciones en las que, aplicando la que tal vez fuera la máxima periodística que guió su trabajo, Thomas demostró que lo censurable no son las preguntas, sino las respuestas.
Interrogada sobre el ataque de Israel contra el buque turco Mavi Mármara, Thomas no tuvo mejor idea que recomendar a los israelíes que abandonasen Palestina y se volvieran a su casa. Por si quedaran dudas sobre el sentido de estas palabras, aclaró que se refería a "Polonia, Alemania, América u otro sitio".
El medio para el que trabajaba decidió prescindir de sus servicios, por más que pierda para su próximo redactor la silla que ocupó Thomas. Su historia permite extraer múltiples moralejas, sobre todo cuando Oriente Próximo atraviesa una delicadísima situación. Pero tal vez la principal sea que la obligación del periodista consiste en hacer preguntas, no en responderlas. Porque si lo hace, puede acabar demostrando que la máxima acerca de las preguntas y las respuestas no solo rige para los políticos, sino para todo género de entrevistados. Aunque sea la periodista que durante medio siglo ocupó un lugar privilegiado en la sala de prensa de la Casa Blanca.
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