Kim Jong-il nombra a su cuñado 'número dos' de la cúpula militar
El líder norcoreano prepara la sucesión tras la apoplejía que sufrió en 2008
Kim Jong-il ha dado un nuevo paso para consolidar la futura sucesión en la única dinastía comunista del mundo. El líder norcoreano presidió ayer una sesión extraordinaria de la Asamblea Popular Suprema (el Parlamento), en la que su cuñado Jang Song-thaek fue nombrado vicepresidente de la poderosa Comisión Nacional de Defensa, de la que entró a formar parte hace poco más de un año, según informó la agencia oficial KCNA. En la misma sesión, fue expulsado de su cargo el primer ministro, Kim Yong-il, que fue sustituido por Choe Yong-rim, secretario general del comité del Partido de los Trabajadores (el partido comunista en el poder) en Pyongyang y miembro también de la vieja guardia. Se trata de la segunda sesión que celebra este año el Parlamento del país más aislado del mundo, algo que no se había producido desde 2003.
El régimen releva al primer ministro por su mala gestión económica
El ascenso de Jang Song-thaek es interpretado como un nuevo paso para soldar la sucesión de Kim Jong-il, quien sufrió una apoplejía en el verano de 2008. Hace ahora un año, trascendió que el llamado querido líder ha designado como heredero del cetro comunista al tercero y menor de sus hijos, Kim Jong-un, actualmente de unos 27 años (se desconoce la fecha exacta de su nacimiento). Su nombramiento vino precedido por la entrada pocos meses antes -abril de 2009- de Jang Song-thaek en la Comisión Nacional de Defensa, máximo órgano militar del país, que dirige Kim. Los analistas creen que Jang ha sido elegido por Kim Jong-il para tomar las riendas de Corea del Norte y actuar como regente, si él fallece, hasta que llegue el momento de que Kim Jong-un asuma el poder.
La caída del primer ministro es también clave. Kim Yong-il es considerado el responsable de las políticas económicas del país, y su salida es vista como una respuesta al fuerte descontento y las protestas que generó entre la población la devaluación de la divisa norcoreana llevada a cabo a finales del año pasado.
Los movimientos de fichas en el damero del poder de Corea del Norte se producen en un momento de fuerte tensión en la península coreana. Pyongyang ha sido acusado de haber torpedeado y hundido un navío surcoreano el pasado marzo. El Norte lo ha negado tajantemente. El incidente, en el que murieron 46 marineros del Sur, ha provocado las iras de Seúl, que, como consecuencia, ha anunciado la interrupción de los intercambios comerciales con su vecino del Norte.
Corea del Sur pidió el viernes pasado al Consejo de Seguridad de la ONU que tome cartas en el asunto, después de que un equipo internacional de investigadores descubriera en abril que un torpedo norcoreano hundió el barco surcoreano. Seúl dijo que quiere que el consejo "responda de manera apropiada ante la gravedad de la provocación militar de Corea del Norte".
El secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, advirtió el pasado fin de semana que Pyongyang podría intentar nuevos desafíos y reconoció en una entrevista con la cadena BBC que Washington y sus aliados tienen pocas opciones para tratar con el régimen de Kim Jong-il, "salvo que estés dispuesto en un momento determinado a utilizar la fuerza militar"; algo que, según dijo, "nadie quiere hacer".
Una de las pocas vías de salida para presionar a Pyongyang es China, lo más parecido a un aliado que tiene el Norte. Seúl va a enviar esta semana a Pekín a Chun Yung-woo, viceministro de Exteriores, para recabar su apoyo. Pero China -miembro permanente del Consejo de Seguridad- está poco dispuesta a tomar medidas que puedan desestabilizar la región, y derivar, potencialmente, en el éxodo de millones de refugiados norcoreanos hacia su territorio. Seúl y Pyongyang siguen técnicamente en guerra, ya que el conflicto de Corea (1950-1953) concluyó con una tregua que nunca se convirtió en tratado de paz.
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