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AL CIERRE
Columna
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Vuelo W71YMV a Fez

Seguí el consejo de mis hijos, expertos en Ryanair, y cogí el metro para bajarme en Arc de Triomf. Desde luego, podían haberme advertido de que la estación no dispone de escaleras mecánicas ni ascensor, en un lugar donde el trasiego de maletas es incesante, pero ellos viajan con mochila. El autobús de las 9.30 horas, aconsejado en la página web para enlazar con el vuelo a Fez con salida a las 12.20 del aeropuerto de Girona, llegó sin contratiempos. La chica con cara de pocos amigos me rasgó la tarjeta de embarque sin contemplaciones: con lo que me había costado imprimírmela en casa. En el avión dominaba el vocerío alegre de los magrebíes de vuelta a casa. Pasaban los minutos y el aparato no se movía. Las azafatas recontaban el pasaje, pero las cuentas no les salían, de modo que por megafonía empezaron a cantar nombres a la desesperada. Algunos de los nominados aparecieron. A saber qué habrá sido de los que no.

Dominaba en el avión el vocerío alegre de los magrebíes de vuelta a casa

Junto a la puerta de entrada, un señor con cara de enfado parecía dispuesto a impedir el despegue. Luego me explicó su historia. Era músico y viajaba con su mujer y sus inseparables instrumentos de viento. Le dijeron que no podía embarcarlos, pues ya llevaba otro bulto. Él se declaró dispuesto a pagar un billete entero, pero el dinero para comprarlo lo llevaba su mujer, que ya había embarcado. Le dejaron pasar, a condición de que dejara allí los instrumentos. Una vez conseguido el dinero, se encontró con que se le prohibía bajar de la aeronave, pues el vuelo había sido cerrado. Total, que viajó angustiado porque cada vez se alejaba más de sus queridas flautas y saxofones. Confío en que los haya recuperado.

Contraviniendo los consejos filiales, pedí un gin-tonic y fui prescriptivamente expoliado: 5,50 euros por la ginebra -servida en bolsitas herméticas, como si fuera champú de hotel- y 1,80 de la tónica. Pagué con un billete de 10 euros y entre las monedas de la vuelta descubrí una de Malta. Le pregunté a la azafata de dónde salía y me explicó que esa mañana a las 6.30 el mismo avión había ido y vuelto de Malta y ahora se disponía a ir y volver de Fez, con la misma tripulación. Me permito dar un consejo a mis hijos: que contengan la sana alegría de inicio del viaje y sean respetuosos con el personal de vuelo. Trabaja muy duramente.

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