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Columna
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El ala oeste del socialismo catalán

Lluís Bassets

El caso Pretoria sigue extendiendo su chapapote sociovergente sobre el municipalismo, de donde saca su fuerza el PSC. El Gobierno catalán perfora por primera vez el cinturón del impuesto sobre la renta para ceñir los michelines indeseables en tiempos de crisis. Zapatero encara la reforma laboral y probablemente la huelga general, lastrado por la idea cada vez más extendida de que la combustión sufrida hasta ahora ha cercenado definitivamente su carrera política. Las encuestas registran una caída en picado del socialismo en todos los ámbitos, local, autonómico y estatal. Tampoco van mejor las cosas en Europa: sólo hay socialismo gobernante y casi residual donde más duro pega la crisis.

Sin abandonar el complejo de superioridad moral y la arrogancia no habrá futuro para la izquierda europea

En este ambiente tan poco apacible, los socialistas catalanes han tenido tiempo, ganas y energías para reunir este pasado viernes su think tank, la Fundació Rafael Campalans, y a la vista de las enormes dificultades del presente preguntarse por el futuro de la socialdemocracia, ya no en casa, sino en el conjunto de Europa. También estaban reunidos en las mismas horas, y a pocos kilómetros, los socios teóricamente del bando contrario, los sigilosos amigos del Club Bilderberg, que pudieron compartir con Zapatero y con Almunia, entre otros socialistas, las preocupaciones más inmediatas por el futuro del euro y de las economías europeas.

Aunque los tiempos no están para bromas para la izquierda reformista europea, todavía se permite e incluso se aconseja un leve toque de humor en mitad de la tormenta. Lo proporciona el título de las jornadas, en inglés, que el director de la fundación, Albert Aixalá se encargó de explicar al empezar, por si a alguien se le había escapado. What's next. Next left, "¿Qué viene ahora? La próxima izquierda" es una frase inspirada en la muletilla más característica del presidente ficticio de Estados Unidos, Josiah Bartlet, en la serie El ala oeste de la Casa Blanca. El guiño funciona: alude, por supuesto, al proyecto en el que se inserta el encuentro del pasado viernes. Next Left es un plan de trabajo de la Fundación de Estudios Progresistas Europeos para renovar la socialdemocracia europea en el que participan think tanks de todos los países de la UE. Pero el suave humor de este What's next? refleja el talante un tanto escéptico y el carácter pragmático de los jóvenes cuadros ascendentes del socialismo catalán, más próximos a la cultura política norteamericana y al mundo digital que a la tradición del socialismo europeo en la que se formaron las anteriores generaciones.

Esos jóvenes socialdemócratas en crisis quieren renovarlo todo para salir del pozo y volver a emerger, empezando por sus concepciones organizativas e incluso su idea de partido. Están muy preocupados por la incorporación de los veinteañeros a la política y fascinados por las nuevas formas de comunicación digital. Pero la enfermedad de la crisis y las amargas terapeúticas aplicadas les obligan a evitar las fantasías. "No es un problema de comunicación", repiten ahora sus comunicólogos. "Sin ideas, valores y convicciones nada hay que comunicar". Por eso quieren regresar a los valores fundamentales, la igualdad sobre todo, aunque no pueden dejar en manos de la derecha la bandera de la libertad, ni olvidarse de otros valores que reclaman las sociedades europeas como la identidad o la seguridad. Siguen citando una y otra vez el modelo escandinavo, pese a que ya no esté gobernado por los suyos, sobre todo por el prestigio de lo público y de las políticas de igualdad. No tienen duda de que no hay salida local o nacional, aunque los hechos de estos días señalen la dirección contraria: es europea y es federalista

A los jóvenes cuadros de las futuras alas oeste, si es que hay alas oeste en el futuro para la socialdemocracia, les dio un consejo sabio y prudente su actual jefe, el presidente José Montilla, en la clausura de la jornada: "desterrar de la izquierda la arrogancia derivada de una falsa creencia sobre una supuesta superioridad moral". El ejercicio de humildad empieza probablemente por no creerse eterno como la Iglesia católica, ni creer que el futuro está ganado sin necesidad de pelearse. Para salvar a la socialdemocracia deberán empezar por imaginar un mundo sin socialdemocracia. No es un ejercicio difícil en las actuales circunstancias, que ya nos han conducido a pensar un mundo sin en muchos capítulos. Sin prensa y sin periodistas, por ejemplo.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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