Nadal, ahora, contra una bomba
El mallorquín gana a Bellucci y se enfrentará en los cuartos de final a Almagro, que derrotó a Verdasco y tiene el mejor segundo servicio sobre tierra
La espalda es el mapa de un castigo: cruzadas igual que las marcas de varios latigazos, un puñado de cintas de fisioterapia sujetan los músculos de Nicolás Almagro, que, saque a saque, arrolla a Fernando Verdasco (6-1, 4-6, 6-1 y 6-4) y se clasifica para los cuartos de final de Roland Garros. La tensión es abrumadora, un cuchillo rompiendo las cuerdas que manejan los hábitos más interiorizados, desmemoria nacida en la adrenalina: Rafael Nadal empieza a construir su peleada victoria por 6-2, 7-5 y 6-4 sobre el brasileño Thomaz Bellucci, celebra una rotura -"¡vamos!"- y va a sentarse en el banquillo equivocado de tan ardiente que está el partido. Habrá un español en las semifinales. Si es Nadal, que logró su 200º triunfo sobre tierra (92% de encuentros ganados, mejor que el sueco Bjorn Borg), estará en la penúltima ronda porque habrá logrado domar el increíble saque de Almagro.
"Me falta jugar más largo. Es lo único que debo mejorar", dice el 'número dos'
Esto ocurrió la última vez que el mallorquín jugó contra el murciano en París, también en los cuartos: venció por un triple 6-1 en 2008. "Entonces, Rafael llegó hasta la final jugando increíblemente", recuerda Toni Nadal, tío y entrenador del número dos mundial. ¿Qué le falta para alcanzar ese nivel? "Que toque bien la bola y tenga la sensación de no fallar como le ocurría en Montecarlo", contesta; "bola que venía, bola que los dos teníamos la sensación de que no se iría y de que después recuperaría bien. Con medio golpe hacía el punto. Falta un poco más de este sentimiento, hacer menos fallos [27 no forzados para 27 ganadores ayer], pero es muy difícil, complicadísimo, tener esta sensación varios días seguidos. De piernas está bien, pero lo primero es la mano: la bola tiene que ir donde tú la quieres tirar. A veces te bloqueas por los nervios".
Y los nervios, malos consejeros, indeseados acompañantes que siempre viajan con Nadal en la primera semana del torneo -la presión del favorito-, que conquistan las tripas de Bellucci. "Allez, Shakira!", grita el público mientras sopla el viento. "¡Vamos, Shakira!", insiste. Lo que hay sobre la pista, sin embargo, nada tiene que ver con el Nadal del vídeo musical compartido con la cantante colombiana. Lo que hay es un jugador a veces sometido al castigo zurdo del golpeador que es Bellucci, con infinitos recursos defensivos.
"He jugado con más direcciones. El revés he conseguido afilarlo mucho más fácil que los otros días. También, cruzarlo y cambiar al paralelo sin muchas dificultades", analiza Nadal; "la derecha, bien. Me falta tirar un poco más largo. Es lo único que debo mejorar. Jugando corto, por momentos, el rival puede tener el punto en sus manos. Lo principal es intentar jugar largo. Desde ahí tengo mejor visión de la pista y muchísima más facilidad para llevar el punto controlado. Saco mejor. Estoy feliz".
Feliz estaba Almagro, el número 21, que se impuso al nueve pese a que no llegó al 51% de primeros y a que firmó un escueto 36% en la tercera manga, que ganó por 6-1. Eso es un imposible estadístico. Eso es un misterio para la matemática. Eso sólo se explica porque tiene el mejor segundo saque sobre tierra del mundo, una bomba, y tiros como piedras. "Le salta mucho la pelota", concede Nadal. "Es difícil", cierra el balear, que levantó cinco pelotas de partido la penúltima vez que se enfrentó al murciano, y que la última, hace solo dos semanas en Madrid, se vio dominado por un set y 15-40 en las semifinales.
¿Tendrá nervios Almagro? ¿Será capaz José Perlas, su entrenador, de convencerle de que puede ganar a un tenista con el que ha perdido seis veces de seis? ¿Recordará que es uno de los dos jugadores que le han ganado un set en esta temporada de tierra -el otro es el letón Gulbis- o que fue derrotado? "Yo", dio como toda respuesta, "adonde me diga José voy con los ojos cerrados".
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