Reciclaje a gran escala
Un grupo de estudiantes se encierra una semana en la central térmica del Besòs para idear sus nuevos usos
El viernes de la semana pasada, un grupo de 50 estudiantes y profesores de diversas universidades mediterráneas instalaron sus ordenadores y carpetas en la sala de turbinas de la central térmica de Sant Adrià del Besòs (Barcelona), convertida durante una semana en un improvisado estudio de planificación urbana y arquitectónica. El objetivo del encierro era pensar in situ los posibles nuevos usos de la instalación. Las Tres Chimeneas, como se las conoce popularmente, fueron "indultadas" hace casi dos años en un referéndum en el que los vecinos de la localidad votaron masivamente a favor de que estas brutalistas torres de cemento de 200 metros de altura no fueran demolidas cuando, a finales de este año, la central, que gestiona Endesa, deje de funcionar.
"Al principio nos costó acostumbrarnos al ruido y a este entorno tan duro, pero después era como estar en casa", comenta Claudio Beltramello, alumno de la Universidad de Venecia. "Era muy raro, estábamos en una central activa que produce energía y que, ahora, también produce cultura", añade su colega Iacopo Fiorani.
Ellos han recopilado, por ejemplo, otros veinte casos de edificios industriales reconvertidos. Desde la Tate Modern, situada también en una antigua central, a Ferropolis, una antigua fábrica de carbón en la población alemana de Gräfenhainichen que se ha reconvertido en un centro cultural que incluye museos y sala de conciertos. "La mayoría se reconvierten en museos y en esto somos críticos porque pensamos que los usos tienen que ser más polivalentes y dando más importancia al espacio público", dice Fioriani.
Las propuestas se presentaron ayer en el marco del último seminario previo al congreso Cerdà postmetròpolis (www.anycerda.org) y, según explica su director, Francesc Muñoz, todas se centran más en definir la recuperación para el ciudadano del espacio que rodea la central -encajonada entre una línea férrea y el mar- que en la arquitectura propiamente dicha, sobre la que las intervenciones son mínimas optando por reciclar al por mayor. "Se trata de que las propuestas sean sostenibles y sociables", indica Muñoz.
Entre estas pueden encontrarse grandes corredores verdes, la reestructuración del transporte y de los accesos, la reutilización de las viejas estructuras industriales creando pasarelas sobre las tuberías que se adentran en el mar o reconvirtiendo los tanques de gasoil en grandes piscinas... De momento, cierto, son puro experimento, pero a partir del año que viene, y pese a la crisis, hay consenso en que algo habrá que hacer con lo que ya es, por derecho propio, la catedral metropolitana de Barcelona.
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