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Reportaje:

Serrano empieza a ver la luz

Terminan las obras en superficie entre las calles de María de Molina y Goya

Alivio y decepción. Entre las dos sensaciones oscila el ánimo vecinal ante el estado de las obras de la calle de Serrano, que llegan a su fin temporal, en superficie, en el trecho que media entre las calles de María de Molina y la de Goya. El alivio surge al comprobar que concluye lo más visiblemente fatigoso de esta gigantesca actuación, que abarca 1.240 metros de calle. Así, un gran trecho de la arteria, principal escenario del comercio de lujo de Madrid, va a recuperar siquiera en parte la normalidad para el tránsito de clientes. Hasta 15 comercios han tenido que echar el cierre por la duración de las obras.

Casi todos los demás establecimientos han sufrido angustiosas pérdidas de clientela, al permanecer la calle prácticamente patas arriba durante casi dos años, desde octubre de 2008. La utilidad de los dos estacionamientos con 1.000 plazas cada uno que se abrirán al vecindario y al público el próximo mes de noviembre, según fuentes municipales consultadas, es motivo de satisfacción, aunque los precios de las plazas se han disparado desde su cota inicial hasta los 29.000 euros cada una. El tercer estacionamiento, entre Goya y la puerta de Alcalá, puede demorarse más de un año.

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Pero entre el vecindario precisamente de esa zona, la decepción cunde. Primero, porque tal como se observa a simple vista, quedan aún muchos meses de zafarrancho para que la obra pueda darse por concluida. "Al menos seis meses, según nos han dicho", confiesa un portero de una finca situada entre Jorge Juan y Villanueva.

En segundo lugar, porque la calle de Serrano, eje de un barrio como el de Salamanca -concebido en el siglo XIX sobre una innovadora idea de simetría frente al caos de un caserío madrileño entonces errático y abigarrado- ha perdido, precisamente, la simetría que le caracterizaba: una acera, la de los pares, muestra ahora una anchura de casi el triple de la que muestra la de los números impares.

La tercera causa de la decepción vecinal achaca a los responsables de la obra imprevisión a la hora de prevenir las demoras que sobrevendrían -como así ha sido- por los hallazgos de la cerca fiscal de Felipe IV (1625) y de un conducto subterráneo de gran porte del siglo XVIII, encontrados bajo la calle frente al Museo Arqueológico. De su existencia no cabía duda documental, como el propio Plan General de Madrid señalaba.

Y en cuarto término, decepciona el estado del arbolado, que parece haber sido principal víctima de las obras. Según fuentes vecinales consultadas, 115 plátanos han caído aserrados en enclaves como la iglesia de la Compañía de Jesús, en Serrano con Maldonado, o en las inmediaciones de la calle de Ortega y Gasset. Casi todos los árboles que se conservan muestran sus troncos mondados de ramaje, tal cual si hubieran sufrido una poda atroz. Ello es consecuencia del empleo de grandes máquinas perforadoras, utilizadas para el pilotaje de los tres grandes estacionamientos subterráneos allí construidos. Si en vez de estos se hubieran utilizado micropilotadores, su accionar no hubiera sido tan desatroso, por muy ceñida que estuviera a las aceras y el desplazamiento de las plumas perforantes no hubiera pelado materialmente las ramas de los árboles.

En la acera de la derecha, en descenso, los daños en las raigambres arbóreas, abiertas en canal y sometidas a los rigores de la canícula durante el último verano y el seco otoño posterior, presagian muy poca vida a estos plátanos, muchos de los cuales tienen seis décadas de edad. Además, está la propia plantación de árboles en la franja ganada en la acera de los pares. El proyecto aseguraba que tendrían 30 centímetros de diámetro, cuando muchos de los plantados no superan los 15 centímetros, lo cual taimará su crecimiento. Además, y prácticamente, van a crecer a la sombra de los anteriores sin recibir apenas luz diurna y únicamente la recibirían vespertina.

Heridos los ejemplares adultos por las perforadoras y condenados a ser permanentemente endebles los más jóvenes por tan forzada dependencia, la calle de Serrano no recobrará nunca, temen muchos vecinos, la frondosidad que un día tuvo.

Esta es la percepción del arquitecto y vecino Jaime Tarruell, que se lamenta de lo que considera una actuación irreversible en numerosos aspectos. "Las proporciones de la losa instalada para cubrir el forjado superior de estacionamientos y aceras, que tiene 1,20 centímetros de canto, impedirá de por vida el crecimiento sano y natural de los árboles", explica. "Los alcorques cegados con grava sofocarán los árboles", añade. Por otra parte subraya: "Todas las redes subterráneas de conducciones, alumbrado, semáforos, teléfonos y circuitos eléctricos no han sido soterradas en un solo cajón de servicios, con lo cual se ha eludido el proyecto inicial de racionalizar el trazado y registro de todas esas conducciones en cajones de instalaciones junto a las fachadas de las casas".

Ahora, asegura Tarruell, discurren erráticamente y de modo anárquico en numerosos conductos distintos. Dado el espesor del pavimento de granito, cuando surja una avería habrá que romper este pavimento de manera irreversible. No se explica que una galería que discurre por el centro de la calle, destinada al parecer a alojar el agua y el gas, permanezca sin servicio en las previsiones de la obra.

Las obras en cifras

- 1.240 metros de longitud han abarcado las obras, entre la calle de María de Molina y la puerta de Alcalá.

- Habrá estacionamientos subterráneos construidos para 3.000 plazas, de ellas un tercio para los vecinos , a un precio en torno a los 29.000 euros. Desaparecen 952 plazas de superficie.

- 1/3 de las plazas de las plazas de estacionamiento en superficie desaparece.

- 115 árboleshan resultado muy dañados, según los vecinos, y la mayoría de los demás han quedado con los troncos mondados.

- 1,20 centímetros de canto de la losa dificultará en extremo el crecimiento de los árboles de nueva plantación.

- Las galerías de servicios no están unificadas en un callejón único

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