El estadista Duran
Siempre ha tenido modos de estadista y de hecho nunca ha ocultado su ilusión por una cartera ministerial. Josep Antoni Duran i Lleida ha desempeñado durante años el papel del hombre razonable de la federación nacionalista. Frente a los excesos verbales soberanistas de sus compañeros de Convergència, el líder democristiano catalán ha sido la cara amable del nacionalismo catalán.
La última encuesta del CIS, el pasado abril, colocaba a este político por encima del presidente Rodríguez Zapatero y del jefe de
la oposición, Rajoy. El Duran del ecumenismo político, de la superación de las dos Españas, la del PSOE y la del PP, triunfaba entre la ciudadanía española. El secreto residía en aplicar la máxima pujolista de la equidistancia y convertirse en imprescindible y amable bisagra. Sus propuestas de síntesis -la última fue un Gobierno de concentración nacional- le han valido la confianza de la ciudadanía. Sin embargo, la percepción comenzó a cambiar cuando Zapatero presentó el plan de choque. Duran lamentó la tardanza en plantearlo y luego, a los dos días, por imperativo de la federación, tuvo que envolverse en la bandera reivindicativa de la defensa de pensionistas y funcionarios.
El colofón lo puso el miércoles en la cadena SER: pidió la supresión del PER, el antiguo plan de empleo rural, ahora llamado Profea. Desde Andalucía y Extremadura, de la derecha a la izquierda, le llovieron las críticas por lo que no puede ser más que un traspiés tratándose de un político tan atento a su popularidad, también fuera de Cataluña. La prestación conflictiva supone una media de 420 euros al mes (el 80% del salario mínimo). En Andalucía, este año la partida es de 138,6 millones de euros. Todos le reprocharon a Duran las ayudas a la industria del automóvil o el textil.
Pero nadie recordó la oposición del líder democristiano al tijeretazo en el sector farmacéutico: "Es un error ese recorte [1.500 millones anuales]", dijo. No fue un lamento baldío, sino con fundamento. Ese sector, junto con las constructoras, dicen los malpensados, contribuye a engrasar los mecanismos económicos de los partidos. Al menos así ha sido en el caso del partido hermano del de Duran, Convergència Democràtica, y de su fundación, la Trias Fargas.
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