_
_
_
_
Reportaje:LIGA DE CAMPEONES | Recuerdos del Bayern y el Inter

Rummenigge, en su diván

El presidente del Bayern, ex jugador de ambos finalistas, vuelve a Chamartín, donde ha pasado todo tipo de calamidades

Faustino Sáez

La tensión de una final de la Liga de Campeones con tu equipo en el terreno de juego y 75.000 espectadores en las gradas no parece el escenario ideal para la introspección y la reminiscencia. Pero cuando Karl-Heinz Rummenigge, el presidente del Bayern de Múnich, se siente mañana en el palco del estadio Bernabéu la película de su memoria rebobinará momentos inolvidables vividos en ese escenario. Todos enciclopédicos y casi todos infaustos para él.

El ex delantero alemán marcó una época en los años 80 jugando en el Bayern, con el que anotó 162 goles en 310 encuentros, y en el Inter, con el que logró 24 tantos en 64 partidos. Los dos equipos se juegan mañana la Copa de Europa en un partido que reproduce la esencia de la final mundialista de 1982, ganada (3-1) por Italia a Alemania, en el mismo marco. Un estadio del que Rummenigge siempre ha salido contrariado.

En 1981, en un trofeo veraniego, fue expulsado y el Bayern se retiró del campo
Juanito ya avisó al Inter: "Noventa 'minuti' en el Bernabéu son 'molto longo"
Más información
"Cruyff nos volvió locos"
Van Gaal: "Mourinho siempre fue muy especial"
Mourinho: "A partir de mañana la vida cambiará"

Será la tercera final entre equipos italianos y alemanes. Las dos anteriores quedaron en manos germanas. En Atenas, en 1983, el Hamburgo derrotó al Juventus por 1-0, gol de Felix Magath, y en Múnich, en 1997, el Borussia de Dortmund ganó también al Juventus por 3-1 con dos tantos de Karl-Heinz Riedle y uno de Lars Ricken. Desde el mismo palco en el que Sandro Pertini se abrazó al rey Juan Carlos por cada gol italiano hace 28 años, Rummenigge pondrá a prueba su particular maleficio en el estadio Bernabéu.

La noche del 31 de marzo de 1976, el Bayern, doble campeón de Europa, visitaba Madrid para disputar el partido de ida de las semifinales de la Copa de Europa. Los alemanes, con Rummenigge como estrella en ciernes, arrancaron un empate, 1-1, en un partido que pasó a la historia de las tanganas futbolísticas. El escándalo estalló tras un choque entre Roberto Martínez y su portero, Sepp Maier, que acabó con la nariz del delantero rota. Un espectador saltó de su asiento y del anonimato para convertirse en El Loco del Bernabéu tras agredir a Müller y al árbitro austriaco Linemayer. Aquel día, el bisoño Rummenigge asistió como convidado de piedra al nacimiento de una histórica animadversión entre el Bayern y el Madrid de la que años después se convertiría en protagonista.

El estadio madridista se convirtió en territorio hostil para los alemanes incluso cuando venían de fiesta. En un intrascendente partido por el tercer puesto del Trofeo Bernabéu de 1981, Rummenigge se doctoró como futbolista non grato en Chamartín. Aquel exótico duelo entre el Dinamo de Tiblisi y el Bayern se convirtió en una verbena cuando, poco antes del descanso, el árbitro expulsó al delantero alemán por responder con gestos obscenos al cariño del público madrileño. En una curiosa aplicación del corporativismo y la camaradería, el Bayern entero se retiró del campo obligando a un estupefacto Pes Pérez a suspender el partido.

Al año siguiente, ni la aureola de la final de la Copa del Mundo ni el vestir la camiseta de su selección en vez de la de su equipo evitaron a Rummenigge la sensación de pisar tierra hostil al saltar al Bernabéu. Llegó lesionado a la final, pero aguantó 70 minutos sobre el campo en los que tan solo pudo certificar la derrota. "Llegamos muertos después de la semifinal contra Francia. Solo podíamos ganar si marcábamos el primer gol... Si tocaba remontar, no quedaban fuerzas", confiesa Paul Breitner, actual asesor del Bayern y autor del único gol de Alemania en aquella final.

Rummenigge era el capitán de aquella selección, el estandarte de una generación que le encumbró en lo particular con dos Balones de Oro consecutivos (1980 y 1981), pero con la que sucumbió en dos finales mundiales seguidas, las del 1982 y 1986.

Aquella maldición en el estadio blanco permaneció inalterable a pesar de su cambio de camiseta. En 1985, Rummenigge llegó con la elástica neroazzurra del Inter de Milán, su adversario de mañana. Era la vuelta de las semifinales de la Copa de la UEFA y habían vencido por 2-0 en San Siro. Pero ya lo avisó Juanito: "Noventa minuti en el Bernabéu son molto longo". Y lo fueron. Las crónicas anunciaban la estrategia en la previa. Camacho se encargaría de Rummenigge y Salguero de Altobelli. El capitán blanco marcó territorio rascando los tobillos del germano. El Inter de Rummenigge cayó eliminado tras perder por 3-0 en los albores del miedo escénico que bautizó después las remontadas europeas del Madrid.

El destino ha colocado de nuevo a Rummenigge en el estadio Bernabéu. De nuevo, una final entre alemanes e italianos. Demasiadas coincidencias con 1982. Demasiadas batallas en ese estadio. Demasiados recuerdos. Le quedan noventa minuti de miedo escénico para tratar de romper la maldición.

Rummenigge, en las semifinales de la Copa de la UEFA de 1985, trata de alcanzar la pelota en pugna con Stielike, Camacho y Fraile.
Rummenigge, en las semifinales de la Copa de la UEFA de 1985, trata de alcanzar la pelota en pugna con Stielike, Camacho y Fraile.BERNARDO PÉREZ

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_