Un raro orgullo patrio
No es necesario que los políticos se pongan medallas. Tampoco que exageren méritos. Nuestro sistema de trasplantes de órganos es admirado en todo el mundo y la Unión Europea lo va a ensanchar desde Lisboa hasta Riga, de Estocolmo a Nápoles; de Dublín a Atenas. Una directiva europea que acaba de aprobar el Parlamento Europeo derribará las fronteras interiores de la Unión y consagrará la libertad de circulación de órganos para ser trasplantados y dar vida a los miles de pacientes que esperan ese rayo de esperanza.
La directiva no cita a España, pero la nueva norma clona la experiencia española. La tasa de donaciones en España es de 34 por cada millón de habitantes, por encima de la media europea, que está en 18, y según todos los análisis no significa que los españoles sean más generosos; es, sencillamente, que España cuenta con una Organización Nacional de Trasplantes (ONT), creada en 1989, que funciona como un reloj.
Un nefrólogo llamado Rafael Matesanz, fundador en 1989 de la ONT que hoy sigue dirigiendo la organización, explica parte del éxito de un modelo basado en la sencillez y la ausencia de lastre burocrático: un coordinador nacional de trasplantes, un coordinador autonómico y uno en cada gran hospital. Detrás, una pléyade de cirujanos dispuestos a salir corriendo hacia el quirófano. Son mimbres esenciales que, en este caso, se han visto favorecidos por una auténtica rareza nacional. Porque Matesanz ha perdurado como director de la ONT de legislatura en legislatura, de ministro en ministro (salvo el paréntesis excepcional abierto por Celia Villalobos), desde que fundara la organización en la época en la que Julián García Vargas ocupaba la cartera que ahora gestiona Trinidad Jiménez. Extraño todo ello en un país en el que un cambio de ministro conlleva un baile de cargos que alcanza a los bedeles; un país que a duras penas soporta el éxito ajeno y tiende a desvalorizar sus propios méritos.
Ahora, en justa recompensa por tanto viento favorable, la ONT acude al rescate de la presidencia española de turno de la UE, ensombrecida por una nube volcánica y una crisis griega que nos contagió como un mal virus en forma de recortes.
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