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Reportaje:CARTA DEL CORRESPONSAL | La Habana | Economía global

¿Puede el golf ser revolucionario?

Hace unos días se celebró en Varadero el vigésimo aniversario de la inauguración del hotel Sol Palmeras, primera empresa mixta autorizada en Cuba en el sector turístico. Aquel establecimiento hispano-cubano fue apadrinado por Fidel Castro y marcó un hito en momentos de grave crisis económica, pues abrió el camino a la entrada de capital extranjero y al desarrollo en serio de una industria vital para la isla. En 1990 había en Cuba unas 12.000 habitaciones dedicadas al turismo, 300.000 extranjeros visitaban la isla cada año y el sector aportaba muy poco a la economía nacional. Hoy, las habitaciones en explotación rondan las 50.000, la mitad de ellas administradas por empresas extranjeras, y el pronóstico es que 2.400.000 personas visiten la isla en 2010.

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Otros datos indican cómo la situación se ha transformado en las últimas dos décadas. "En el año 1990, los ingresos asociados al turismo ascendieron a 243 millones de dólares, los cuales aportaban el 4% de los ingresos por exportaciones de bienes y servicios. En el año 2007, los ingresos asociados al turismo ascendieron a 2.236 millones, que fueron el 18% de las exportaciones de bienes y servicios", aseguran en un informe los economistas Omar Everleny y Pavel Vidal.

Es obvio que de aquella gran depresión de los noventa, originada por la desaparición del mundo socialista, surgió la oportunidad... Ahora no son pocos los que esperan que de la actual crisis cubana, también de caballo, surjan nuevas posibilidades. No se trata sólo de que puedan abrirse espacios internos a la iniciativa privada y la propiedad cooperativa en momentos en que han de ajustarse las plantillas estatales, en las que sobran un millón de puestos de trabajo. También se habla de que por fin el Gobierno dé luz verde a la inversión extranjera en desarrollos inmobiliarios asociados a la construcción de campos de golf y marinas.

Desde hace años duermen en cajones estatales diversos proyectos para construir miles de apartamentos y chalés alrededor de los nuevos campos de golf -en toda la isla sólo hay un campo de 18 hoyos, en Varadero-. La reticencia de las autoridades ha estado siempre en los mismos puntos: el régimen de propiedad de las viviendas, el tiempo de su usufructo, su transmisión y venta y cuestiones del estatus migratorio de los compradores. Por supuesto, detrás de todos los temores, uno mayor: que las propiedades vayan a parar a manos de exiliados de Miami.

Desde hace una década, importantes hombres de negocios extranjeros esperan con los planos hechos a que se clarifique la situación y dicen estar dispuestos a invertir cientos o miles de millones de dólares en el sector si realmente se abre el mejillón. En este tiempo, como dice la canción, la tónica ha sido de "un pasito para alante, dos pasitos para atrás, por favor". Ahora, según anunció recientemente el ministro de Turismo, Manuel Marrero, por fin está listo el "instrumento jurídico" que regulará la actividad. Todavía nadie ha explicado los detalles: si el usufructo es por 75 años o indefinido, como pide la parte extranjera; si se permitirá la venta libre de los inmuebles o habrá restricciones... En fin, que muchos se preguntan: ¿ahora sí?

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