Guitarras y micrófonos en el lugar de trabajo
Muchachito Bombo Infierno da un concierto en un estudio de serigrafía
Son las nueve de la mañana de un viernes, pero aquí nadie tiene ninguna intención de ponerse a trabajar. Muchachito Bombo Infierno, el grupo de Jairo Perera y sus compinches, han tomado al asalto el estudio de serigrafía Hola Por qué (calle de Nicolás Morales, 38) para llevar a Carabanchel sus ritmos trepidantes y frescos: un boicot absoluto a la monotonía de las primeras horas del taller.
"La idea fue de Radio 3, que ofrecía traer a Muchachito a tu lugar de trabajo. Nosotros lo solicitamos, y hemos ganado", comenta risueña Ana, una de las responsables, poco después de abandonar la primera fila del concierto. La propia radio, Facebook y el boca a boca expandieron la noticia; unos 40 afortunados pudieron ver de cerca cómo este chico de Santa Coloma (Barcelona) pasa por la batidora de su guitarra española la rumba, el swing o el rock and roll. Todo sin ánimo de ser purista, devolviendo a esos estilos el toque arrabalero y de fiesta que tan bien les va. Caen canciones como Aire o el single La noche de los gatos, de su nuevo disco Idas y vueltas. Suena acelerado, con fuerza y ganas. Así madruga cualquiera.
Jairo (o Muchachito, cuando canta, coge la guitarra y marca los tiempos con un pequeño bombo) da la voz de aviso, castiga las cuerdas y es inmediatamente respaldado por los saxos y las trompetas, mientras el contrabajo hace que los más parados aprueben con la cabeza. Entre las paredes blancas de la sala, decoradas con simpáticos diseños, los músicos están rodeados por el público que cada vez se anima más y echa una mano con las palmas y los coros. Por una vez, no sólo ellas bailan.
A más de uno seguramente le echen de menos en el trabajo. "Hay mucho tráfico hoy", bromea alguien. "Me he traído a mi jefe", soluciona Raúl. "Yo estoy en paro", se despreocupa José Luis, que vive muy cerca.
Delante de sus compañeros, Santos de Veracruz, con sus pinceles y una americana sobre su camiseta de Camarón -lo artista no quita lo elegante- cumple con el ritual de cada concierto: pintar un cuadro en el que un hombre con sombrero calado y pañuelo al cuello sostiene una guitarra. El aire pícaro del tipo recuerda a su amigo de la infancia, el alma del grupo, que bromea entre tema y tema.
"Madrid está bien, pero echaba de menos el barrio", explicaba Jairo un día antes en un pequeño bar del centro, cerca del piso donde vivió por un tiempo. No era raro verle aparecer en conciertos de amigos como Kiko Veneno. Con él, junto a Delinqüentes y Tomasito, forman el grupo G5.
"A los seis años, para mí Peret era como Spiderman", recuerda Muchachito antes de atacar su versión de Si tú, si yo. Jorge, de Educando, un proyecto de educación ambiental que comparte el local, abre la puerta a una rezagada. "Estoy encantado" explica. Para el final quedan Paquito Tarantino y Siempre que quiera, rebautizada por el estribillo Ojalá no te hubiera conocido nunca. Una apuesta segura. Todos contentos: ellos han calentado para su cita en La Riviera y, para los demás, un poco de rumba adulterá y tonificante, que bien vale una bronca del jefe.
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