"Atenas y Ankara tienen que compartir la solución para Chipre"
El emblema de la presidencia turca, una estrella de 16 puntas rodeada por otras tantas estrellas, y no uno de los omnipresentes retratos de Mustafá Kemal, preside la sala de recepciones del palacio de Çankaya, en lo alto de una boscosa colina de Ankara. Antes de llegar al lugar elegido por Atatürk en 1923 para construir su residencia en la nueva capital del país, Abdulá Gül (Kayseri, 1950) tuvo que batallar contra el aparato laico del Estado, reacio a permitir la entrada de su esposa, Hayrünisa, cubierta con el velo islámico en el centro más emblemático del poder en la Turquía moderna.
Gül recibió el martes a EL PAÍS junto a un grupo de periodistas europeos con un nada velado mensaje de insatisfacción sobre el lento proceso de las negociaciones para la adhesión de Turquía a la UE y con una invitación a Grecia para cooperar en la solución del conflicto de Chipre. Tras la intervención militar turca de 1974, la isla aún sigue dividida, y su integración en la UE 30 años después sólo es efectiva en el territorio greco-chipriota del sur.
"Los principios democráticos y del Estado laico van a ser respetados"
"Hay países de la UE que se escudan en el conflicto de Chipre para frenar nuestro proceso de adhesión", advierte Gül, "pero Turquía no puede aceptar que los habitantes del norte de Chipre
sean tratados como criminales y blanqueadores de dinero". El llamado Protocolo Adicional de Ankara obliga a Turquía a reconocer a la República de Chipre (de Gobierno greco-chipriota) y permitir el acceso a sus barcos y aeronaves al territorio turco. El acuerdo no se ha cumplido.
"Acataremos el Protocolo de Ankara cuando se levante el embargo que pesa sobre el norte de la isla y la discriminación sobre sus habitantes", argumenta el presidente. "La actual situación es mala para Turquía, pero también lo es para la UE. Grecia y Turquía deben compartir la solución del conflicto de Chipre".
El veto del Gobierno de Nicosia y las reticencias de Francia mantienen bloqueados la mayoría de los capítulos negociadores abiertos por Turquía en Bruselas. Tras el fracaso del referéndum organizado por la ONU en la isla en 2004, Gül confía ahora en buscar una "perspectiva mediterránea" para que Atenas y Ankara impulsen las conversaciones sobre reunificación de las comunidades greco-chipriota y turco-chipriota.
A pesar de los escollos, el presidente turco sostiene que el objetivo estratégico de su país es ser miembro de pleno derecho de la UE: "Estamos haciendo reformas por el interés de nuestro propio pueblo, pero sabemos que son necesarias para conseguir entrar en la UE. Todo el proceso de negociación es también un proceso para mejorar nuestro país". Gül recurre así al ideario de Atatürk como padre fundador de Turquía para defender la búsqueda de "los estándares más altos" para sus ciudadanos. "La democracia, la libertad de empresa, los derechos humanos... representan para nosotros una gran transformación".
Gül, que acaba de dar luz verde a la convocatoria de un referéndum para una reforma parcial de la Constitución, reconoce que su primera recomendación a los partidos fue la redacción de una nueva Constitución. "Pero la atmósfera política no lo ha permitido", matiza. "Los principios democráticos, del Estado laico, las libertades y los derechos humanos van a ser respetados".
Sin citar a Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, el presidente turco asegura: "La UE tiene que decidir si se va a convertir en una entidad política cerrada, con unas fronteras fijadas para la eternidad, o si tiene una visión estratégica de futuro, para dentro de 50 años, para la Europa de sus nietos".
La parálisis de las negociaciones para la adhesión de Turquía a la UE siembran, mientras tanto, el desencanto europeo entre la ciudadanía. Las últimas encuestas hablan por sí solas. El 53% de los turcos está a favor de la entrada en la UE, frente al 37% que se opone. Sin embargo, en 2002, cuando el Partido de la Justicia y el Desarrollo (islamista moderado) del presidente Gül llegó al poder, un 70% de los consultados estaba a favor frente a sólo un 15% de rechazo.
"Turquía está cambiando", alega. Desde la firma de la Unión Aduanera con la UE hace 15 años, la economía turca se ha convertido en una potencia regional. Y de la mano del desarrollo, el Gobierno de Ankara comienza a ejercer un cada vez más intenso papel de mediador en las relaciones entre sus vecinos.
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