Negro
África vive bajo el negro absoluto en nuestros medios. Este periódico tiene un cronista de excepción en Ramón Lobo, que sigue practicando ese viejo periodismo de presencia. La semana pasada, Jon Sistiaga recorrió con su pequeño formato documental las zonas de influencia de Al Qaeda en la frontera maliense y mauritana, donde las líneas entre guerra de religión y narcotráfico son más finas que nunca. Aún siguen allí secuestrados dos cooperantes españoles. No tengo ni idea de cómo va a ser el nuevo periodismo cuando muera el viejo, pero sé que un informador sobre el terreno con carácter impresionista sale más caro que una mesa camilla de opinadores pero es infinitamente más enriquecedor.
La marea negra del petróleo en el golfo de México nos conmociona y es casi seguida trágicamente minuto a minuto en el mundo entero. Los efectos contaminantes de la extracción son ahora dramáticos porque amenazan a pescadores norteamericanos y costas familiares. No resuena tanto la contaminada región del Estado del Delta, al sur de Nigeria. El mes pasado hubo decenas de muertos en la guerra del petróleo (y religión, claro) que allí tiene lugar, pero está bajo la zona de sombra del mundo informativo. El nuevo presidente del país, Goodluck Jonathan, es de la etnia ijaw, la cuarta en número del país, pero la más representativa del Delta. Puede que ese detalle étnico posibilite el pacto frente a las reivindicaciones de quienes denuncian la explotación petrolífera de las grandes multinacionales en esa zona como un expolio contaminante.
Nigeria es un gran desconocido, pese a su crecimiento acelerado. En la capital, Lagos, se desarrolla desde hace más de 10 años una actividad cinematográfica frenética, que invade los mercadillos con más de 600 títulos nuevos por año, en un país donde no hay cines y la gente consume películas de modo casero, urgente, caótico. Los argumentos son de tremendismo telenovelero, moralina religiosa, gore y fantasía camp. Pero si quieren echar un ojo al género en la Red, el fotógrafo surafricano Pieter Hugo ha completado una serie de retratos sobre actores de Nollywood, que es tan estimulante como hermosa. Una galería de personajes para enamorarte de esa descabellada ficción africana, revuelto surrealista de mitos, rituales y casquería de Hollywood.
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