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El Gobierno tailandés ofrece elecciones anticipadas para acabar con la crisis

Los 'camisas rojas' quieren discutir la oferta "seriamente" antes de pronunciarse

El primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, ofreció anoche convocar elecciones el 14 de noviembre si los camisas rojas, que desde mediados de marzo protestan en Bangkok para pedir la disolución del Parlamento, aceptan su plan de reconciliación y es restablecida la paz y la estabilidad, según dijo en un mensaje televisado en directo. El dirigente tailandés aseguró que llevará a cabo la iniciativa aunque los dirigentes rojos la rechacen, pero en ese caso no fijará una fecha.

El plan se basa en cinco puntos: respeto a la monarquía, reformas para resolver las injusticias sociales, creación de un organismo independiente que supervise la imparcialidad de los medios de comunicación, una investigación de la reciente violencia política y un debate sobre la necesidad de reformar la Constitución. "Estoy convencido de que no llevará mucho tiempo lograr la reconciliación nacional y cuando la logremos, el Gobierno está dispuesto a celebrar elecciones el 14 de noviembre. Creo que es la mejor solución en este momento", afirmó.

En septiembre está prevista la reforma del Ejército y la Policía
En Bangkok se habla de soldados sandía: verdes por fuera y 'rojos' por dentro

"Hablaremos sobre ello y discutiremos seriamente su propuesta, y decidiremos nuestra posición. No podemos aceptarla o rechazarla inmediatamente", declaró Jatuporn Prompan, uno de los líderes de los rojos, informa Reuters.

Abhisit propuso en marzo celebrar comicios en diciembre, un año antes de lo que correspondería, mientras que los manifestantes, que inicialmente exigieron la celebración inmediata, ofertaron el pasado 23 de abril como compromiso la disolución del Parlamento en un plazo de 30 días y elecciones 60 días después. La propuesta fue rechazada por Abhisit.

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Ambas partes pueden querer estar en el poder en septiembre porque ese mes están previstas la aprobación de los presupuestos generales del Estado y la remodelación de las cúpulas del Ejército y de la Policía. Un Gobierno favorable a los rojos podría llevar a cabo una purga entre los generales más cercanos a la monarquía.

Los manifestantes han levantado un campamento a lo largo de varios kilómetros de calles en el barrio más comercial de Bangkok, fortificado con barricadas, construidas con neumáticos, palos de bambú y alambre de espino. Miles de policías, protegidos con cascos y escudos, y armados con fusiles de asalto, montaban guardia anoche en sus alrededores, mientras en muchos puntos de la ciudad las fuerzas de seguridad detenían a los coches e inspeccionaba los maleteros.

La crisis actual ha sacado a la luz la fractura de la sociedad tailandesa. Una fractura que se ve reflejada también en el Ejército, donde existen varias facciones, con visiones diferentes sobre cómo afrontar unas movilizaciones que han provocado 27 muertos -entre ellos, varios soldados- y más de 900 heridos desde que comenzaron a mediados de marzo.

Abhisit se ha visto obligado a declarar públicamente en varias ocasiones que el Gobierno y el Ejército están unidos y que dentro del estamento militar no hay divisiones significativas. El domingo de la semana pasada, en su intervención semanal televisiva, compareció acompañado por el jefe del Ejército y máximo responsable de seguridad nacional, Anupong Paochinda, lo que fue percibido como un intento de atajar las especulaciones sobre la existencia de tensiones entre el primer ministro y los militares. Y el domingo pasado volvió a afrontar la cuestión, especialmente tras haber recibido críticas de que algunos miembros de las fuerzas de seguridad han mostrado poco interés en suprimir las protestas.

Si algunos altos oficiales, como el general Prayuth Chan-ocha, defienden una línea dura, otros, incluido Anupong, prefieren una salida política y son reacios a utilizar la fuerza para desalojar a los miles de manifestantes -entre los cuales hay mujeres y niños- porque podría desembocar en un baño de sangre.

Una de las facciones del Ejército apoya a los rojos, incluidos generales retirados aliados del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, quien fue depuesto en un golpe militar en 2006. La simpatía de parte de la tropa por los camisas rojas ha hecho que en Bangkok se hable de los soldados sandía: verdes por fuera, rojos por dentro.

Un monje budista camina junto a las barricadas levantadas por los <i>camisas rojas</i> en el centro de Bangkok.
Un monje budista camina junto a las barricadas levantadas por los camisas rojas en el centro de Bangkok.REUTERS

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