Dramático descenso del Annapurna
El mallorquín Tolo Calafat, con un edema cerebral a 7.600 metros y ante una pésima climatología, espera un helicóptero mientras sus compañeros preparan un rescate urgente
Subir exige bajar y el Annapurna no es la mejor autopista para celebrar los éxitos. El descenso de la montaña sagrada se convirtió ayer en un dramático escenario para los alpinistas que horas antes habían celebrado su cumbre por distintos motivos. Ms. Oh, con el liderato femenino de los 14 ochomiles, Juanito Oiarzabal, culminando su 24ª gran cumbre, acompañado por Carlos Pauner y Tolo Calafat, y cerca de ellos el rumano Horia Colibasanu, todos subiendo y subiendo porque las montañas están ahí. Pero el descenso se convirtió en un camino dramático que tiene atrapado al mallorquín Calafat con un edema cerebral víctima del mal de altura, a 7.600 metros en espera de un helicóptero, que aún no puede llegar, o de otros montañeros que puedan hacerle descender. El calvario comenzó en el descenso. Tanto la expedición de los tres españoles como la surcoreana de Oh y otras más (hasta 20 alpinistas intentaban hollar el Annapurna) llegaron al campo 4 entrada la madrugada, agotados, y con problemas de congelaciones, en el caso de Oiarzabal, o de episodios de ceguera transitoria, en el de Carlos Pauner, víctimas de la pésima climatología, de la altura y del cansancio.
Oiarzabal sufre congelaciones, y Carlos Pauner, ceguera transitoria
Calafat fue el peor parado, aquejado de un edema cerebral, que le tiene inmovilizado a 7.600 metros de altura y con el riesgo de tener que soportar otra noche al raso, algo peligroso en sus circunstancias. Inmediatamente se encendieron las alarmas. La solución más evidente era utilizar el helicóptero de Air Zermatt, capaz de volar a 7.000 metros de altura y que recientemente consiguió rescatar a seis alpinistas surcoreanos en el Manaslu. Las condiciones no lo permiten hasta por lo menos a primera hora de la mañana de hoy.
Por todo ello se encendió la alerta entre los alpinistas en el descenso del Annapurna. Horia Colibasanu, que se encontraba más abajo, decidió volver a subir para ayudar a Calafat. El alpinista rumano se encontraba en el campo 4 y ha regresado para ayudar al mallorquín, que se encuentra junto al sherpa que acompañaba a su expedición. Éste, tras dejar a Oiarzabal y Pauner en el campo 4, se volvió sobre sus pasos para auxiliar a Calafat. Horia se ha convertido últimamente en lo más parecido a un ángel de la guarda del Himalaya. Hace dos años fue el alpinista que acompañó hasta los últimos momentos a Iñaki Ochoa de Olza cuando falleció en el Annapurna. Lo intentó todo, poniendo incluso en riesgo su vida, hasta que ya no había nada que hacer salvo morir al lado de su amigo Iñaki. Ahora le toca un nuevo apoyo o rescate de otro colega en serios apuros.
Abajo, en el campo base, esperaban otros alpinistas dispuestos a subir en auxilio de Calafat. Jorge Egotxeaga (que además es médico) y Martín Ramos estaban dispuestos para subir de un tirón desde el campo base (4.800 metros) hasta el campo 4 (7.100) con oxígeno para ayudar a su compañero.
Algunas versiones apuntan a que Ms. Oh también ha detenido su descenso del Annapurna para que tres de sus sherpas auxilien al montañero español. El sherpa que acompaña de momento a Calafat lleva corticoides, comida, agua y oxígeno para intentar que su estado no empeore y pueda ser rescatado por el helicóptero o descendido por sus compañeros. El momento es difícil, en un descenso dramático por la niebla y la nieve y el agotamiento que frena a los alpinistas en su intento por llegar al campo base. Una situación habitual en el Annapurna, una situación temida por quienes más aman la montaña sagrada. Extrañas coincidencias.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.