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Columna
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Cogidas

David Trueba

Están de enhorabuena los antitaurinos, qué tres días. A ratos se apodera de ellos el desánimo al ver lo poco fundamentales que son los festejos taurinos entre nuestras prioridades diarias. Como a los antifranquistas, que se les murió Franco en la cama, ellos temen que se les mueran las corridas en la apatía general. Nunca Aguascalientes TV había cobrado tal notoriedad mundial como con la escalofriante cogida de José Tomás. Nuestras cadenas, con un suceso así, suelen tender al regodeo. Una, dos, tres, cuatro veces te la pasan, no sea que no hayas visto bien la cornada. Con delectaciones así se echa de menos la televisión en tres dimensiones. Dicen que va a ser el futuro aunque no se imagina uno a la familia sentada en torno al televisor comiendo la pechuga de pollo con las gafas de cristales verdes y azules. Torrente 4 está a punto de rodarse en ese formato, en lo que será una oportunidad para apreciar en relieve la sana escatología de este personaje tan nuestro. Ay, los personajes nuestros cómo son.

Porque mientras llega la tele tridimensional y aún los presentadores pueden preservar sus orejas naturales, el domingo en Sevilla tres jueces del Constitucional disfrutaban en barrera de los miuras, pensando seguramente que los toros siempre cogen a los otros. Andan a punto de darle el descabello al Estatut de Cataluña, después del fallido intento más templado de hace unas semanas. No hacían nada reprobable y las fotos de portada son un bajonazo, pero es que por más que la presidenta del tribunal exija respeto, en nuestro tiempo tan exigente si entras en la coctelera de los medios nunca sabes cómo vas a salir. Todo se agita antes de usar. Hubiera sido más prudente irse los tres juntos a ver los castellers a alguna plaza de Vic o incluso asistir a las desmotivadas votaciones independentistas en algunas localidades catalanas o, mucho mejor, apuntarse a una botifarrada campera, que ofreciera una imagen más constructiva de su búsqueda de la inspiración para decidir cuántos de los 114 artículos puestos en cuestión en la querella del Partido Popular han de reescribirse en el Estatuto final, ese que, aunque sólo sea un papel lleno de generalidades sobre Cataluña, habrá que aplicar en 3D.

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