Maicon, "un caballo de raza"
El lateral brasileño del Inter explota al fin su gran físico para defender y atacar sin parar
Una tarde de otoño de 2005, Francesco Guidolin, por aquel entonces entrenador del Mónaco, recibió una llamada. Era Giacinto Facchetti, el presidente del Inter. "¿Qué tal es ese Maicon?", le preguntó. "Es un caballo de raza al que sólo hay que enseñarle un par de cosas', le contesté", recuerda Guidolin, ahora en el Parma. Maicon, con 24 años, acababa de aterrizar en Francia. El Mónaco le había fichado del Cruzeiro por tres millones. "Era fuerte físicamente, con potencia y resistencia. Tenía técnica. Entendía de táctica, pero ni idea de lo que era defender", explica.
Mike, como le llaman todos, es ahora un caballo de raza sin peros. Con 29 años, ha aprendido a defender sin perder sus capacidades ofensivas y a explotar su potencial físico, aquel que no supo ver el Gremio. Mide ahora 1,87 metros. No tanto cuando ingresó en las categorías inferiores del club. Nunca llegó a debutar en el primer equipo. Sus responsables le veían demasiado pequeño para el fútbol. Fue el primer disgusto para su padre, Manoel Sizenando, una vida dedicada a entrenar equipos de Segunda y Tercera. Tenía tantas ganas de que sus hijos -Maicon tiene un hermano gemelo- fuesen futbolistas que, nada más nacer, enterró sus cordones umbilicales en el césped del estadio Novo Hamburgo, un pequeño equipo de Rio Grande do Sul.
En las categorías inferiores del Gremio le veían demasiado pequeño para el fútbol
"Ahora es tan tocahuevos que sigue todos mis partidos desde Brasil y no hay día que no llame para comentarlos", ha confesado Maicon. Su padre fue su primer entrenador en el Criciúma, pequeño equipo de barrio, y fue quien le cambió de posición retrasándole del centro del campo al lateral derecho. "Te costará más, pero ese es tu sitio", le dijo. De ese sitio Maicon no se ha vuelto a mover. "Y eso que es un jugador que se adapta muy bien tácticamente. En el Mónaco, cuando jugábamos con una línea de tres atrás, jugaba como centrocampista exterior", detalla Guidolin. En esa posición le ha utilizado también José Mourinho en el Inter cuando ha recurrido al 4-1-4-1.
"Se ha afinado tanto a nivel técnico que ya es el mejor lateral derecho del mundo", comenta Lele Oriali, que, con Roberto Mancini, se desplazó a Mónaco para observar en directo a Maicon después de la conversación telefónica entre Facchetti y Guidolin. "Nos quedamos impactados por su fuerza. Era un animal. Subía y bajaba sin cansarse", añade Oriali, responsable deportivo del Inter y del fichaje del jugador. El club de Moratti le compró en 2006 por cinco millones de euros. El verano pasado llegó a entrar en la agenda del Madrid, pero los informes sobre la vida nocturna del brasileño -íntimo amigo de Adriano y Ronaldinho- y el alto precio -25 millones- echaron para atrás a los blancos.
La mejora de Maicon también se ha visto reflejada en su capacidad goleadora. En sus cuatro años en el Cruzeiro -al que llegó en 2000 tras verse rechazado por el Gremio- disputó 57 partidos y marcó un solo gol. En el Mónaco sumó, entre la Liga y la Champions, 64 partidos en dos temporadas y marcó 18. Esta campaña, en el Inter, lleva 12 repartidos en 36 encuentros. El último lo marcó al Barça en San Siro. "En el Cruzeiro no marcaba porque no se sentía confiado para atacar y moverse con libertad. Siempre ha sido de esos que para rendir al máximo necesita la confianza del técnico", comenta al otro lado del telefono Cris, defensa del Lyon e íntimo amigo de Maicon desde los tiempos del Cruzeiro, en el que coincidieron dos años. Vanderlei Luxemburgo fue uno de los técnicos que tuvo Maicon antes de venirse a Europa.
"En Europa ha mejorado mucho. Tiene más experiencia. Se siente más seguro. Eso le ha permitido explotar sus cualidades", resalta Cris, quien define a su ex compañero como el más divertido. "Está siempre vacilando", cuenta. Cuando terminó el partido en San Siro, Cris tenía un correo de Maicon: "A ver si espabilas con el Lyon, que te quiero ver en la final". El lateral del Inter y de la canarinha siempre recuerda que su carrera habría sido distinta de no encontrarse con Guidolin. "Me limité a decirle que, si quería ser un jugador de verdad, tenía que aprender a defender. Ha cumplido porque es un chico que sabe escuchar. El resto lo ha hecho él solito: el toque tan especial de balón que tiene, el regate y la facilidad para centrar", concluye el técnico italiano.
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