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Los vecinos de la refinería coruñesa ignoran qué hacer en caso de accidente

La población nunca fue informada ni participó en simulacros de siniestros

La sirena de alarma sonó el pasado día 15 como cada jueves al mediodía en la refinería de Repsol en A Coruña. Es una de las rutinas para comprobar el buen funcionamiento de la megafonía que deberá sonar si un día la Xunta debe activar el plan de emergencia, en vigor desde 2002. La prueba se hizo normalmente ese jueves 15, dos horas después de que sí ocurriese un accidente que causó heridas de extrema gravedad a dos operarios que realizaban tareas de mantenimiento en la planta de coque. Fue a causa de una deflagración pero no hubo fuego alguno, y tampoco que desplegar ninguno de los mecanismos previstos en caso de siniestro, ya que el accidente ni siquiera afectó al funcionamiento normal del resto de este gran complejo industrial que ocupa 150 hectáreas a las puertas de la ciudad.

El plan de emergencia está en vigor desde su aprobación en 2002

Un ruido seco y un humo color carbón, visible apenas unos segundos, fue lo único que vieron algunos de 4.500 vecinos que viven pegados a la refinería. Oyeron también las sirenas de las ambulancias, nada más. Repsol, además de cumplir con su obligación de informar del accidente al Servicio de Emergencias 112 de la Xunta, se apresuró a llamar también a representantes vecinales y a las autoridades municipales para informarles de lo ocurrido y tranquilizarlos. Se trataba de un accidente interno, sin consecuencia alguna para el exterior ni el interior del complejo petroquímico. La refinería de 41 unidades continuó trabajando "con normalidad". "No los llamamos por obligación legal, sino por deferencia y porque es mejor que sepan lo que ocurrió", explica el portavoz de la refinería, Ignacio Trapiella.

Es bien sabido que la información, en caso de situación extraordinaria o de riesgo, es fundamental. Pero los vecinos de Bens, Nostián y Meicende llevan años quejándose, con mayor o menor intensidad, de que nunca nadie les dio una charla, ni instrucciones sobre qué hacer en caso de accidente en ese gigante químico que produce 3.000 litros de gasolina cada minuto, entre otros combustibles y derivados. De los cursos y simulacros que el plan de emergencia exterior estipula realizar "de forma periódica", no se ha celebrado ni el primero.

Además de establecer todo lo que deberá hacerse en caso de accidente, incendio o escape de gas, ese documento de la Xunta fija una zona de protección de dos kilómetros alrededor de la refinería, lo que afecta a miles de ciudadanos, y destaca la importancia de que la población tome medidas de autoprotección personal para contrarrestar los efectos adversos de un eventual siniestro.

"La población afectada debe familiarizarse con las medidas de protección por lo que es necesario que tengan conocimiento suficiente de ellas", estipula el plan. Y añade que deberán "ponerse en marcha las necesarias campañas públicas, formativas e informativas, así como hacer participar a la población en ejercicios y simulacros, todo esto en colaboración con las respectivas administraciones locales". Pero ocho años después, ni Xunta ni Ayuntamiento organizaron nada.

"En caso de incendio o escape de gas sólo nos queda echar a correr monte arriba por una pista que prometieron asfaltar en breve y que es la única salida que tenemos", explica María Luisa Barbeito, la presidenta de la asociación de vecinos del medio centenar de casas de Nostián, completamente cercadas por la refinería instalada por el Gobierno de Franco en 1962 en medio del valle de A Coruña. Barbeito ensalza las "buenas relaciones" con el Ayuntamiento y Repsol, con cuyos responsables se reúne dos veces al año, pero lamenta esa falta de información sobre qué hacer en caso de siniestro.

En Bens, del otro lado de las vallas, las protestas vecinales por la falta de información provocaron hace unos años que se les enviará un único folleto en el que se les recomendaba, en caso de escape de gas, que se encerrasen en sus casas y escuchasen la radio, donde se les daría indicaciones de lo que hacer. "Si pasa algo, haremos lo que podamos o lo que se nos ocurra, yo igual echo a correr", dice la presidente de este barrio, Dolores Souto. La información es nula, lamenta, y ni siquiera tiene claro si es a la Xunta, Repsol o al Ayuntamiento a quien corresponde activar el Plan de Emergencias.

Souto recuerda un susto ocurrido hace unos años. "No hubo peligro real y en media hora estaba todo solucionado, pero la gente se asustó y escapó, y fue difícil mover a personas mayores y niños". En Meicende, Orlando Bello hace hincapié en el crecimiento urbanístico desordenado de un barrio a caballo entre Arteixo y A Coruña pegado a la refinería. En caso de emergencia, "sería el caos", vaticina. En esos momentos, lucha por conseguir un enlace viario para desviar los camiones-cisterna de Repsol de la vía principal del barrio. Otro peligro cotidiano con el que miles de vecinos aprendieron a convivir a su pesar.

Siete heridos en la última década

"Nunca pasó nada, pero tampoco sabemos qué peligro real pueda haber ya que no nos informaron de nada", se queja la presidente de los vecinos de Bens, uno de los barrios pegados a la refinería de Repsol. En la última década, la planta registró ocho accidentes con un balance de siete heridos, la mayoría de ellos de gravedad, aunque nunca hubo consecuencias para su entorno.

En sucesivos incendios, en los años 1999 y 2000, no hubo que lamentar víctimas. Tres años después y en el espacio de sólo 20 días, se produjeron dos siniestros, uno de ellos a consecuencia de una fuga de combustible que alcanzó y quemó a cuatro trabajadores. En 2007, otro empleado sufrió graves quemaduras tras una deflagración, en un esquema parecido al que dejó heridos de extrema gravedad a dos operarios el pasado 15 de este mes.

Dicen que el ex alcalde, Francisco Vázquez, la llamaba "la bomba controlada". En el ayuntamiento aseguran que la información a la población y el plan de emergencias es cosa sólo de la Xunta. No obstante, el plan de emergencias sí que corresponsabiliza a las autoridades autonómicas y municipales para informar a la población sobre riesgos y medidas a tomar. Y el alcalde de la ciudad es el que debe dirigir el plan de emergencias y gestionar los servicios siempre y cuando sea un siniestro que pueda asumir la administración local.

El actual regidor, Javier Losada, no oculta cada vez que puede sus ansias de que se estrene la dársena exterior de Punta Langosteira para que Repsol, que genera el 75% de la actividad del viejo puerto del centro, se traslade y se puedan "sacar las tuberías de la ciudad". Se refiere al poliducto de 6,5 kilómetros que atraviesa, lleno de combustible, las entrañas del centro de A Coruña.

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