Anacronismo y error histórico
Flash es de Adobe, y a Apple no le interesa depender de nadie. Las razones aducidas son las de siempre: Flash no acaba de ser accesible, chupa demasiada memoria, es un lastre para el sistema operativo, y tiene agujeros en su código que pueden comprometer la seguridad del usuario. Es verdad, pero no deja de ser secundario. Lo principal es que Apple prescinde de Flash por ser, sencillamente, irrelevante.
¿Para qué es imprescindible Flash? En la web, hoy en día, para nada. Este programa, que nació en un momento del primer Internet comercial, deriva de un error de concepto: en los primeros años 90, no se sabía bien para qué serviría internet, ni existían herramientas maduras para la creación de contenidos multimedia, ni había un consenso sobre estándares de código.
Un programa de animación sencillo e intuitivo era una respuesta atractiva, sobre todo por falta de profesionales que supieran programar y diseñar. Pero internet no son dibujitos animados, ni es una plataforma para vender publicidad, o, al menos, no es sólo eso.
La Red no es un "medio", como la televisión o el cine. Es un espacio complejo, donde la interactividad no consiste en que los botoncitos cambien de color cuando se pasa el ratón por encima, o en una excusa para que el "diseñador de páginas web" de turno, que no sabe programar en html, ni entiende de accesibilidad o usabilidad, intente venderle a su cliente igualmente ignorante una cosa que se mueve y donde suenan musiquillas irritantes.
La industria del diseño web en España es en su mayoría tecnológicamente analfabeta, y todavía ofrece webs enteramente hechas en Flash cuando en el resto del mundo ya nadie lo hace, porque se prefieren tecnologías abiertas, estandarizadas, y ligeras, como el (x)html, que son más accesibles, más usables, y más apropiadas para el internet de hoy: un lugar para la comunicación y el intercambio.
Internet se ha convertido en algo muy diferente de lo que era hace 15 años, y Flash va camino de verse como un anacronismo, un error histórico. Hay ya una nueva generación de profesionales estrictamente web que entienden que el diseño es código, y que no son diseñadores gráficos reciclados a Internet intentando hacer dinero fácil. Lo que hace Flash bien (servir como interfaz para la transmisión de audio y vídeo, por ejemplo), lo puede hacer igual de bien el html y el javascript, que son estándares abiertos que no pertenecen a una empresa privada. Y lo que Flash hace mejor (animación) tiene una cabida más que reducida en el verdadero Internet de la comunicación y la interactividad real, que es el intercambio del conocimiento, hacia lo que ahora vamos, después de años de bandazos absurdos, de especulación bursátil y de confusión del mercado.
El vídeo en internet es, sobre todo, Flash (YouTube a la cabeza), pero no tiene porqué serlo, ni debería serlo porque hipoteca al usuario, en manos de Adobe, que es el dueño del código. Y YouTube, no nos olvidemos, es de Google, una empresa muy poco ejemplar en diseño, accesibilidad, y comprensión de lo que es la Red. Google vive de la publicidad. En ese sentido, y en otros muchos, es una empresa de 1995; pero esa es otra historia, y a Apple no le apetece quedarse atrás.
Miguel Ripoll (www.miguelripoll.com) es programador.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.