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Reportaje:

Los nuevos poderes de Alicia

La presidenta del Partido Popular relega a los órganos de dirección en favor de la comisión de la campaña electoral

Àngels Piñol

El comité de dirección del Partido Popular (PP) se reunió ayer y debatió su estrategia de ir al contraataque para rebatir las críticas del resto de formaciones que lo culpan de haber empujado el Estatuto al callejón sin salida del Tribunal Constitucional. Nada raro si no se ojea el calendario: el citado comité no se reunía desde el 18 de enero cuando en 2009 se reunía, como mínimo, cada dos semanas. Y es más: el comité de dirección sólo se volverá a sentar alrededor de una mesa de forma esporádica porque todo el poder del partido se ha trasladado al comité de campaña electoral con vistas a los comicios de otoño.

Algo parecido pasa con el resto de instancias directivas de la calle de Urgell: el comité ejecutivo y la junta se vieron por última vez el 8 de febrero, cuando se nombró al equipo que redactará el programa electoral. Normalmente, se reunían cada mes y medio, pero la próxima doble sesión se celebrará este sábado, casi dos meses y medio después. El relajado calendario de estos órganos no deja de sorprender cuando los otros partidos, como CiU y el PSC, celebran como un reloj y con rigidez matemática sus ejecutivas cada 15 días.

El comité directivo se reunió ayer por primera vez en tres meses
Miembros del PP creen que Alberto y Jorge Fernández siguen mandando

Un portavoz del PP sostiene que esa forma de funcionar entra en los cauces de la absoluta normalidad porque estamos a las puertas de las elecciones y es lógico que todas las decisiones se debatan en el comité de campaña dirigido por el secretario general Jordi Cornet. No todo el mundo lo ve así. Otras fuentes creen que ese procedimiento responde a la situación actual del partido, dirigido por Sánchez-Camacho pero con la estrecha complicidad de los hermanos Jorge y Alberto Fernández Díaz desde que, designada presidenta por Génova, sustituyó al dimitido Josep Piqué en el congreso de 2008. "Ellos siguen mandando", dicen esas fuentes.

Jorge, vicepresidente del Congreso y Alberto, edil de Barcelona, componen desde hace años la columbra vertebral del PP catalán. Piqué no pudo con la línea dura de Génova, pero tampoco con los Fernández, muy queridos en el territorio. Alberto aceptó en 2008 retirar su candidatura para sustituir a Piqué y aceptó la idea de Mariano Rajoy de apostar por Alicia, rescatada tras no lograr su acta de diputada por Girona. El traumático congreso dejó en el camino a dos valores en alza: Montserrat Nebrera, que acabó abandonando su escaño, y Dani Sirera, presidente del grupo parlamentario. Y dejó a un Alberto Fernández más que reforzado. Alicia y los dos hermanos se vieron hace semanas en un hotel junto al Camp Nou y cundió la hipótesis de que esa cita, quizá semanal, sustituía de hecho al comité de dirección. "Es mentira y es radicalmente falso", señalaron fuentes del PP. "Sólo se vieron un lunes. Alicia tiene carácter y es la que manda. Jorge está en Madrid y Alberto está muy metido en el Ayuntamiento y ninguno de los dos está en el comité electoral".

Ni Sánchez-Camacho ni ningún otro cargo opinaron sobre las escasas convocatorias del comité de dirección ni sobre el ascendente de ambos hermanos. Ella sabe que las autonómicas son el ensayo de las generales y quiere enderezar al máximo el partido y sofocar el mínimo ruido. Heredado de la época de Piqué, Camacho renovará de raíz el grupo parlamentario; ha delegado el programa en tres políticas de su confianza (en 2006 lo confeccionó el diputado Francesc Vendrell), y en el comité electoral están sus afines: Cornet; Ramon Riera y Pere Calbó, ediles de Badalona e Igualada; los diputados Josep Llobet y Eva García (sustituta de Nebreda) y, eventualmente, los presidentes provinciales (Rafel Luna y Enric Millo, cabezas de lista por Tarragona y Girona que repiten candidatura).

Con un discurso duro, Camacho negó ayer que el PP tenga responsabilidad en el bloqueo del Alto Tribunal, al tiempo que acusó a CiU de "doble lenguaje" y al PSC de querer ser más "nacionalista" que nadie. Las encuestas le son favorables, pero tendrá que lidiar con el gran interrogante: saber qué desgaste tendrá su furibunda oposición al actual Estatuto.

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