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El sumario Gürtel acorrala al PP

La testigo que huyó de la secta Gürtel

La publicista Isabel Jordán vive con protección policial - Recibió amenazas durante meses tras descubrir a qué se dedicaban Correa y Crespo, sus jefes

Pablo Ximénez de Sandoval

El 16 de octubre de 2007, una mujer se presentó ante la Guardia Civil y denunció que la empresa en la que trabajaba tenía una administración irregular. Ella era la administradora. Su jefe, un tal Pablo Crespo, tenía una caja en la que entraba dinero negro de procedencia desconocida y después salía en sobres que acababan en manos de un tal José Luis Izquierdo, el contable de otra empresa. También había descubierto facturas falsas para empresas virtuales. Además, y este era el motivo de su denuncia, había encargado por su cuenta una auditoría y como consecuencia le habían robado el ordenador y los documentos de su despacho.

La empresa era Special Events. Lo que Isabel Jordán estaba describiendo a los agentes era parte de las entrañas de la trama de corrupción política más extensa de la democracia, aunque entonces aún no lo sabía. Al día siguiente, el 17 de octubre, tuvo que volver a llamar a la Guardia Civil de Boadilla a denunciar que la seguían dos coches. Los agentes detuvieron a los individuos, y hallaron una cámara de fotos con imágenes de la hija de ocho años de Jordán, su casa y su colegio.

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Su relación con la empresa había empezado en 2004, como empleada, cobrando 1.200 euros. Contactó con ellos a través de Jesús Sepúlveda, entonces responsable de actos del PP. Se estrenó en un acto de homenaje a los voluntarios del 11-M en el que conoció a Alberto López Viejo.

De las declaraciones que figuran en el sumario, y de detalles aportados por personas que la conocen, se puede extraer que la pesadilla de Isabel Jordán comenzó un día de mayo de 2007. El PP acababa de volver a ganar las elecciones en Madrid. Para entonces cobraba 3.200 euros y la habían convencido para figurar como administradora y después, como socia. Jordán acudió a una cena con la cúpula de su empresa. En un reservado del restaurante del Hotel Fénix, se sentó a una mesa en la que estaban Francisco Correa y Pablo Crespo (el dueño de la empresa y el administrador), Ramón Blanco Balín (el asesor fiscal), Tomás Martín Morales (que sería vicepresidente de la Empresa Municipal de Suelo de Boadilla del Monte) y Alfonso Bosch (diputado y gerente de la misma empresa).

Era la primera vez que participaba en una reunión de ese nivel. Por entonces, ya había empezado a hacer preguntas incómodas sobre la contabilidad, a raíz de cosas que le iban contando Javier Nombela (el contable) y José Luis Peñas (concejal de Majadahonda). Pero esa noche, en aquella mesa, vio en directo a qué se dedicaba su empresa. Tomás Martín, el hombre del PP, sacó un pliego de condiciones de un concurso de dos millones de euros para hacer todos los folletos y papelería del Ayuntamiento de Boadilla del Monte y dijo que se iban a presentar. Estaban todos compinchados. Jordán se encaró con los presentes. Le pareció escandaloso. Cuando fue a levantarse, Tomás Martín intentó convencerla con otro papel. Tenía preparada una hoja de costes donde se detallaba que Easy Concept gastaría unos 600.000 euros en el proyecto y tendría un beneficio de 1,5 millones. Ella, como todos los presentes, se llevaría un pellizco. Había entrado en la élite.

Jordán figuraba ya entonces como administradora y firmaría personalmente el contrato. Amenazó con irse de la empresa. Comenzaron a gritarle, que si estaba loca, que era una oportunidad para todos. El diputado Bosch le dio una patada por debajo de la mesa para que se callara. Cuando se levantó para salir del reservado, Correa la cogió por el brazo: "Me esperas que quiero hablar contigo a solas". La llevó a la calle y allí le contó que había amañado un concurso de suelo en Boadilla, que se habían repartido comisiones con el alcalde y que lo tenía grabado en vídeo contando el dinero. Hizo el gesto de un cuenco con la mano y dijo: "Lo tengo comiendo en mi mano". En ese momento, Isabel Jordán se dio cuenta de que no trabajaba para un empresario, sino para un gánster.

Llevaba 15 años en la profesión. Cuentan los que la conocen que le apasionaba su trabajo: montar escenarios, quedarse hasta la madrugada para que unas luces estuvieran perfectas, probar el sonido una y otra vez. Había trabajado hasta 14 horas diarias. Para hacer rico a un gánster.

A partir de ese día, prácticamente no volvió por la empresa. Hasta que lo denunció, en octubre, fueron meses de depresión y amenazas. Ella se quería ir de la empresa, pero no sin un papel que la eximiera de responsabilidad. Correa le dejaba mensajes amenazantes en el contestador a gritos: "Hay muchas administradoras en la cárcel". Fue despedida estando de baja.

El 6 de febrero de 2009, el juez Baltasar Garzón, que ignoraba toda esta historia, ordenó que la detuvieran. Ante Garzón, Isabel Jordán, de 41 años, se desahogó por primera vez.

Hoy intenta trabajar en lo suyo pero su relación con Gürtel lo hace muy difícil. Sigue viviendo en la casa de Boadilla a la que se mudó por recomendación de Pablo Crespo. Costaba 1.200 euros al mes, cuando ella estaba pagando un alquiler de 600 en Valdebernardo. Pero Crespo la convenció de que dejara ese barrio, que no pegaba con el estatus de una directiva. Un estatus del que salió corriendo la noche que oyó a su engominado jefe hablar de alcaldes que comían en su mano. Ahora vive con protección policial, imputada por cohecho y delito fiscal. Sus jefes están en la cárcel.

Isabel Jordán, en la Audiencia Nacional en febrero de 2009.
Isabel Jordán, en la Audiencia Nacional en febrero de 2009.S. SÁNCHEZ

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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