Armas árabes de mujer
Kenza Drider es una ciudadana francesa, madre de tres hijos y ocupación (remunerada) desconocida que ha convertido el niqab (largo velo que cubre todo el cuerpo salvo los ojos) en un estandarte de su libertad de elección. La historia de esta europea de origen marroquí puede servir de alimento a muchos espíritus inflamados de tradición, pero estos deberían sentirse un poco más desasosegados si atendieran a la revolución silenciosa que las mujeres de países como Marruecos están llevando a cabo.
Los datos son incontestables. Según el estudio Mujer y familia en las sociedades árabes actuales, presentado en la Casa Árabe de Madrid, las mujeres del mundo árabe han emprendido la misma batalla silenciosa que millones de ciudadanas iniciaron en el llamado mundo occidental en la década de los años sesenta del pasado siglo, fundamentalmente. En los países árabes, el 36% de la población considera que las mujeres están obligadas a portar velo y el 46%, que no tienen derecho a viajar de forma independiente.
Frente a tales opiniones, con las leyes y las costumbres en contra, las árabes se han armado de los mejores útiles conocidos para emanciparse: tener menos hijos, casarse más tarde, estudiar y lograr un empleo que garantice su independencia económica. No son recetas muy originales, pero se han demostrado letales para machismos de todo pelaje.
La tendencia es más acusada en unos países que en otros. Algunos, como Argelia, se niegan a admitir cambio alguno y siguen legislando como si la sociedad fuera una foto fija, a pesar de que su tasa de natalidad se ha desplomado del 8,1 en 1970 al 2,4 actual.
El análisis, coordinado por Sophie Bessis y la directora de la Casa Árabe, Gema Martín Muñoz, es un buen antídoto también contra los estereotipos y los prejuicios, a los que se les suele negar el paso del tiempo. Las occidentales no tienen la patente de la emancipación y hay también un feminismo árabe y activo, aunque no hay que pecar de optimismo. Las mujeres de esos países, según los estudios de la ONU, están aún a la cabeza de los índices de discriminación y avanzan muy lentamente.
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