La aventura de Estrella Archs

El ruido que ha rodeado a Estrella Archs en los últimos siete meses tiene poco que ver con su suave carácter. El pasado otoño, esta diseñadora catalana fue nombrada directora creativa de la firma Emanuel Ungaro formando una extraña pareja con la actriz estadounidense Lindsay Lohan. Era el quinto intento de encontrar un nuevo rumbo para la casa francesa desde la retirada de su fundador en 2004. Y, probablemente, el más incomprensible. En octubre se presentó la primera colección del tándem en París. Elaborada en pocas semanas, el resultado fue desastroso. Y la crítica se cebó. Con aquel invento, tocaba fondo la creencia de que fichar a alguien por el mero hecho de ser famoso era la panacea para vender ropa. En diciembre, dimitió el presidente de Ungaro, y en marzo -días antes de que la segunda colección viera la luz- el propietario, Asim Abdullah, admitía que Lohan ya no formaba parte del proyecto.

"No estoy orgullosa. Si ha habido malas críticas han sido merecidas"

"Me ha desesperado no poder hacer algo en lo que yo creía"

El auténtico nombre de la creadora que ha vivido este espectáculo en sus carnes es Esther Angulo (Barcelona, 1974). Ayer estuvo en Madrid para dar la primera conferencia de su vida en el Istituto Europeo di Design. "Quiero ser útil a los que empiezan", explicaba. Con gran humildad, relató su dilatada experiencia en la moda internacional y trató de transmitir pasión y esperanza a los estudiantes. En una entrevista posterior también habló, con mucha cautela, de su periplo en Ungaro. "No estoy orgullosa de lo que se ha presentado. Hay veces en las que te reconoces más en tus criaturas que otras. Si ha habido malas críticas han sido merecidas. Pero me ha desesperado más no poder hacer algo en lo que yo creía que todos los comentarios negativos", afirma.

El dato fundamental para entender la vinculación de Angulo con la firma francesa está en Estrella Archs. Tras trabajar en Nina Ricci, Cacharel, Emilio Pucci y Prada, la diseñadora decidió crear en 2008 su propia etiqueta. Bajo ese nombre también desfila en París. Para nutrir a esa criatura de forma totalmente independiente, necesita trabajar para terceros y está dispuesta a emprender toda clase de aventuras. Asegura que no fue la vanidad lo que le movió a aceptar el complicado papel en Ungaro. "Estrella Archs es el proyecto de mi vida. Quiero mantener la libertad en él. No tengo prisa por ser conocida sino por ir creciendo. La fama es algo muy liviano y no puede ser tu principal meta". ¿Es compatible esa filosofía con la de asumir la dirección creativa junto a alguien cuyo único mérito es, precisamente, ser famoso? "Yo nunca fui partidaria de esa idea. Son decisiones que otros toman. A veces, te toca aceptarlas y dar la cara. La moda es algo muy serio y yo llevo toda mi vida formándome. Enfrentarse a un contrasentido así fue duro para mí. Y para la industria".

No responde acerca de la continuidad de su relación con Ungaro, aunque se especula con que Abdullah podría estar tratando de vender. "Mucha gente me previno de que era un lugar inestable. Para mí es un trabajo. Una experiencia más, de la que he aprendido. Es una casa con mucha historia y hasta que no cruzas la puerta de una compañía no puedes saber cómo es en realidad". Educada en la escuela londinense Saint Martins, fue la mano derecha de Christian Lacroix en Pucci y mantuvo con el creador francés -retirado desde 2009 por bancarrota- una intensa relación. "Fue mi padre, mi maestro y mi amigo", señala. "Me dio mucha pena que tuviera que abandonar. Es una época complicada. La creatividad es un don y que te impidan ejercerlo duele. Debe ser como estar amputado. Él adoraba hacer alta costura".

En la última década, la carrera de Estrella Archs le ha colocado en una posición privilegiada para conocer lo mejor y lo peor del sistema. De ahí que su mensaje final para los que aspiran a trabajar en él fuera contundente. "La moda es muy dura y tienes que tener muy claro que es tu pasión. Si no, es muy difícil. Pero también te depara emociones muy fuertes y maravillosas".