El PNV cosecha la frialdad del resto del nacionalismo tras su llamada a la unidad
EA pide a Urkullu que sus palabras no se queden en "una mera declaración"
El llamamiento que el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, hizo el pasado domingo al conjunto del nacionalismo para que se una en torno a una misma apuesta de país, que tendría como núcleo a su formación, no ha levantado entusiasmo entre los destinatarios del mensaje. Aralar, por ejemplo, no quiso siquiera comentarla ayer, a petición de este periódico, y se remitió a su propio mensaje en la celebración del sábado en Urrugne.
EA sí se pronunció sobre las palabras de Urkullu en la celebración peneuvista del Aberri Eguna (Día de la Patria vasca). La secretaria de Comunicación de la ejecutiva nacional de EA, Ikerne Badiola, extrajo de ellas la conclusión de que el PNV se está acercando a las posiciones de su formación, pese a la evidencia de que ésta se ha embarcado en un acercamiento a la izquierda abertzale ilegalizada que los peneuvistas rechazan de plano. La plataforma Independentistak, convocante del Aberri Eguna que secundaron juntos EA y la izquierda abertzale ilegalizada, eludió también analizar el alcance y las posibilidades del llamamiento de Urkullu, al considerar que no es su cometido analizar propuestas o llamamientos entre partidos.
Independentistak y Aralar rehúsan comentar siquiera la petición de Urkullu
Así, los emplazamientos a la unidad abertzale que los nacionalistas se intercambian cada año en estas fechas, junto con el lamento por su histórica división -desde la Transición ha habido cuatro formaciones que se reclaman nacionalistas y en este momento son cinco si se cuenta a Hamaikabat-, se quedarán previsiblemente reducidos de nuevo a un mero ritual sin traducción práctica. Con él, cada uno de ellos cree cubrir el expediente de no presentarse a los ojos de esa sensibilidad social como el culpable de la falta de entendimiento.
La mayoría parlamentaria no nacionalista que alumbró el año pasado el relevo del PNV en el Gobierno podría ahora espolear el acercamiento, y la conciencia de que la "atomización" nacioanlista a la que se refirió el domingo Urkullu supone el mayor obstáculo para que el PNV recupere el poder.
Sin embargo, las estrategias e intereses contrapuestos de todas esas formaciones en disputa por el espacio nacionalista, junto con sus diferencias ideológicas en términos de centro-derecha, centro-izquierda e izquierda radical, no permiten prever un mejor destino esta vez a esa llamada del PNV para aglutinar una respuesta común al "pacto de hierro" entre socialistas y populares al que se refirió Urkullu.
Las demás formaciones abertzales saben que el PNV sería el beneficiario directo del resultado de su unidad en términos de poder, del mismo modo que lo ha sido desde el inicio de la autonomía. No confían, además, en la formación de Urkullu por su actitud de acatamiento al fin y al cabo ante el rechazo del Estado a las dos intentonas soberanistas que ha lanzado en los últimos diez años: el plan Ibarretxe y la consulta.
Discrepan además absolutamente del apoyo que el PNV presta al Gobierno central en las Cortes y de los acuerdos que ha alcanzado en Euskadi con los socialistas en materia presupuestaria y de estabilidad institucional. Frente a esa posición posibilista, EA, Aralar o la izquierda abertzale estarían dispuestos a impulsar iniciativas de desobediencia civil. En esa dirección apuntó la secretaria de Comunicación de EA, Ikerne Badiola: el objetivo es "avanzar en la demanda mayoritaria de la sociedad vasca de caminar hacia el ejercicio del derecho de autodeterminación", y no "conseguir cotas de poder para continuar gestionando las instituciones y perpetuando la división de Euskal Herria", avisó.
Badiola se congratuló de que el PNV "venga a las posiciones que EA mantiene desde hace tiempo", pero dejó ver su desconfianza hacia el alcance real de las palabras de Urkullu al expresar el deseo de que "no se queden en una mera declaración de intenciones", realizada al calor de lo que la festividad del Aberri Eguna parece exigir.
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