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Azerbayanos y uzbekos traen su misticismo a las iglesias

Arranca en Santiago el Festival de Música Contemplativa

Sheik Taha es músico en Egipto, pero nunca había salido de su país. Hasta ahora. El Festival de Música Contemplativa lo trae a Santiago junto a artistas procedentes de una decena de países tan variopintos como Azerbaiyán o Mongolia. "Taha no tenía ni pasaporte", recuerda Xosé Denis, director de programas de una iniciativa que ya va por su quinta edición y que busca, con la Semana Santa de fondo, "mostrar lo mejor de cada continente" en el campo de la música espiritual, a través de conciertos en las iglesias de la ciudad que se prolongarán hasta el sábado.

Del festival, que arrancó ayer, Denis destaca las similitudes entre géneros que musicalmente están muy lejanos. "La espiritualidad que transmite Bach es la misma que buscan los indios con el karma", explica. Los organizadores quisieron desde la primera edición que los conciertos no se limitasen a la música religosa de Occidente y de ahí fichajes como el de Taha, que se dedica a la música sufí, un estilo árabe pero con "muchas similitudes con el flamenco puro", según cuenta Denis.

Compostela es el primer destino internacional del egipcio Sheik Taha

"Yo no contrato nada que no haya visto antes", se jacta, y señala que la mayoría de los participantes son músicos "auténticamente locales" que están fuera de los circuitos comerciales. Otros han tenido más contacto con el público europeo. Alim Qasimov es una de las figuras del mugam -un canto azerbaiyano en que prima la improvisación- que se hizo conocido en occidente tras participar con el malogrado Jeff Buckley en un concierto en París.

Qasimov cantará el jueves acompañado de su hija, en la iglesia de la universidad. Las de San Francisco, San Paio de Antaltares y San Martiño Pinario también albergarán actuaciones, así como la de As Ánimas, la iglesia del convento del Carmen o la Capela Real del Hostal dos Reis Católicos. Los ritmos místicos "coinciden muy bien con el sentimiento de la misa", apunta Denis, que espera con ansia el concierto de la iraní Parissa, exponente de la tradición musical persa que se remonta a una época "en la que aquí aún andábamos a batacazos y pedradas". "Es una pasada, como una soprano", explica, e insiste en la calidad de todos los intérpretes.

Cuando contactó con los artistas -provenientes de India, Vietnam, EE UU, Francia, Reino Unido, Italia o Finlandia-, Denis reparó en que todos habían oído hablar de Santiago, un conocimiento que vincula al concepto de peregrinación que comparten otras culturas, como la musulmana o la india.

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Musicalmente, el género de España que más ecos despierta en tan lejanos lugares es casi siempre el flamenco. "Les vuelve locos", explica. Pone como ejemplo a Monâjât Yultchieva, que llega a Compostela desde Uzbekistán y se confiesa admiradora de El Lebrijano.

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