Los pianos no traen cola
Barcelona salva los intrumentos, retirados ayer de la calle
No hubo vandalismo. Nadie violentó ni dañó ninguno de los 20 pianos que el pasado viernes 12 marzo fueron repartidos por calles y plazas de Barcelona para que los transeúntes los tocaran en la acción participativa Tócame, soy tuyo, del artista británico Luke Jarram, que ha presentado en la capital catalana el Concurso Maria Canals, que ayer finalizó con el concierto de los vencedores y la retirada de los instrumentos situados en la vía pública para que la gente los tocara.
Barcelona ha superado con nota la prueba de fuego del civismo que suponía dejar los 20 pianos en la calle sin vigilancia. La única baja que se ha producido en las dos semanas que ha estado a la intemperie ha sido a causa de la lluvia que el pasado domingo dañó el piano situado en La Rambla frente al palacio de la Virreina. Se desprendieron dos teclas que fueron halladas sobre el teclado del instrumento. Nadie se las robó y, pese a que, todos los pianos eran antiguos, las teclas eran de marfil. Otros dos pianos, situados en la plaza de Vázquez Montalbán, en el barrio del Raval, y en la plaza de Lesseps, se retiraron a principios de esta semana porque los turistas de un hotel y vecinos de una de las plazas adujeron que molestaban.
"No lo dudamos. Se trataba de una acción lúdica, festiva y participativa que no quería molestar a nadie", explica Jordi Vivancos, gerente del concurso sobre la retirada de los instrumentos. No hay datos del número de personas que se han posado sus manos sobre los pianos, pero las muestras de reconocimiento recibidos por los organizadores han sido muchas.
La previa experiencia de dejar 68 vacas pintadas por múltiples artistas en las calles de Barcelona en verano de 2005 en la acción Cow parade se saldó con incidentes de vandalismo, por lo que la acción de los 20 pianos ponía a prueba el civismo de Barcelona. "Los instrumentos de música tienen un halo reverencial que hace que la gente los respete. El espacio público tiene normas secretas y sabemos que una propuesta que no es banal obtiene el respeto de todo el mundo", afirma Jordi Martí, delegado de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona.
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