El oficio de Navarro frente al bullicio de Llull
La solidez de Ricky, Lorbek y Mickeal contrasta con los papeles cambiantes de los madridistas
El Real Madrid comparece en el cuarto clásico del curso con una ventaja. Sabe desde dónde le pueden llover los puntos, quién maneja los hilos y cómo se suele apañar el Regal Barcelona para mover el banquillo sin quebrantar la jerarquía de sus mejores jugadores. Juan Carlos Navarro es su máximo anotador tanto en la Liga (15,2 de media) como en la Euroliga (13,5). Su fiabilidad causa estragos. Además, le tiene tomada la medida al Madrid y, en una muestra de la madurez de su juego, brilla incluso sin necesidad de anotar en exceso, como en la paliza que le dio el Barça en Vistalegre, con 10 puntos, o en la final de la Copa, con ocho. Pero eso no es habitual en él pese a que en tres de los últimos cinco partidos no ha alcanzado la decena. La Bomba es un punto neurálgico en el juego del Barça, vital en su transición, incansable y listo en sus correrías para aprovechar los bloqueos y forzar personales y demoledor en la finalización.
El antídoto natural del Madrid contra el oficio de Navarro fue Bullock. Pero el escolta de Washington se ha convertido en uno más de los jugadores que Ettore Messina ha alineado a discreción y en cuatro de los últimos cinco partidos no ha superado los siete minutos en la cancha. Dio la sensación de que Jaric se constituía en el motor del equipo desde fuera del perímetro, pero su rendimiento ha decaído. Al mismo tiempo, ha emergido Sergio Llull como un reactivo, especialmente en la Euroliga, en la que se ha erigido como el mejor triplista de su equipo con 24 anotados y un 45,16% de acierto. Una de las claves del primer clásico con el billete para París en juego será si Messina prefiere utilizar a Llull en la posición de escolta o en la de base en un intento de neutralizar la velocidad y la fantasía en el juego de Ricky Rubio. El azulgrana acaba de dar prueba fehaciente de sus progresos en el tiro con cinco triples sin fallo ante el Caja Laboral. Así completa su excelente juego defensivo, pues es el segundo mejor recuperador de balones del campeonato, y su magnífica visión: es el cuarto en la clasificación de asistencias con casi una y media más por partido que Prigioni.
El Barcelona es capaz de encontrar múltiples respuestas, pero, en última instancia, sus constantes están claras y sus cinco mejores anotadores son regularmente Navarro, Lorbek, Mickeal, Vázquez y Ricky Rubio, aunque Morris, Ndong y Lakovic son capaces de romper la tónica tal y como han demostrado en la Euroliga. Además de Ricky y Navarro, Lorbek es otro valor sólido: segundo mejor anotador (10,6 de media en la Liga y 8,7 en la Euroliga) y reboteador del equipo (cuatro capturas por partido).
Mickeal, de casi dos metros y 104 kilos, es una de las piezas más desequilibrantes de la plantilla del Barça. El Madrid no tiene un antídoto claro en esa posición de tres. Emplear en ese cometido a uno de sus cuatros, caso de Garbajosa o Velickovic, podría ser un recurso puntual, pero lo más natural es que sean Kaukenas o Hansen, más livianos y, sin embargo, no mucho más rápidos, los que se encarguen de frenar al norteamericano. Messina no ha cesado de voltear a su plantilla buscando un cinco ideal. Eso ha provocado que varios jugadores hayan pasado de acumular un buen pico de minutos, caso de Velickovic, a estar desaparecidos o a la inversa, casos de Reyes, Bullock, Vidal o el joven pívot croata Tomic, demoledor con sus 2,17 metros y sus movimientos en el interior de la zona.
Resulta especialmente llamativo el nuevo papel de Felipe Reyes en el equipo madridista. Después de su lesión ha jugado 13 partidos en la Liga, pero sólo en tres ocasiones lo ha hecho de titular, desplazado por la llegada de Velickovic, Lavrinovic, Garbajosa y finalmente Tomic. Da la sensación de que Messina todavía busca la fórmula que mejor se ajuste a sus exigencias para efectuar los relevos de su batería de pívots. Reyes cuajó precisamente su mejor partido esta temporada ante el Valencia, hace dos semanas, con 23 puntos y cinco rebotes. Su aportación puede ser trascendente en un duelo de tanta exigencia.
El clásico opone a un equipo muy hecho y afirmado con otro en fase de construcción y con muchas dudas.
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