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Reportaje:

Los vecinos artistas de Zapatero

La Casa de Velázquez acomete la segunda rehabilitación de su historia

Es posible que José Luis Rodríguez Zapatero no lo sepa, pero sus vecinos más próximos son tres compositores, un escultor, cuatro fotógrafos, dos grabadoras y cinco artistas plásticos. Son los becarios de la Casa de Velázquez, una de las cinco altas escuelas francesas que, bajo el amparo del Ministerio de Enseñanza Superior e Investigación francés, acogen a artistas e investigadores en residencia en ciudades como Roma, El Cairo o Atenas. A finales de mes, el edificio central de esta institución, a tiro de piedra del palacio de la Moncloa, cerrará sus puertas durante un año y medio para acometer la segunda mayor rehabilitación de su historia. "Desde 1959 no se había hecho ninguna reforma y el edificio está fuera de toda la normativa actual", explica su director, Jean-Pierre Étienvre.

Cada año se presentan más de 100 personas al proceso de selección
En el edificio viven 13 artistas becados por Francia y otros dos españoles
"En Madrid todavía hay cosas que llaman la atención", dice una becada
El lugar quedó destrozado en 1936. Era primera línea de frente

Encajada entre el palacio de la Moncloa y el Museo del Traje, la Casa de Velázquez se inauguró en 1928 siguiendo la estela de la Escuela Francesa de Atenas, la Escuela Francesa de Roma, el Instituto Francés de Arqueología Oriental de El Cairo y la Escuela Francesa de Oriente Medio. Construida sobre un terreno cedido "por tiempo indefinido" al Estado francés en 1920, quedó en un limbo administrativo que ha dado a Étienvre algún que otro quebradero de cabeza: "El Ayuntamiento no nos quería dar la licencia de obras porque no había permiso de actividad".

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Con un presupuesto de seis millones de euros, será la segunda vez que la Casa se vacía. La primera fue en 1936. Situada en primera línea del frente de Madrid, quedó completamente destruida y fue abandonada hasta que, en 1956, Francia fue conminada a reconstruir el edificio o bien a devolver los terrenos. "Entonces se estaba construyendo la Complutense y el solar interesaba", dice Étienvre. Desde entonces, su actividad se ha mantenido sin interrupción, a pesar de ser una gran desconocida entre las instituciones culturales con sede en Madrid: "Tenemos un déficit de imagen enorme. Quizás lo arrastramos desde el franquismo, porque la Casa fue refugio de intelectuales y eso ha podido contribuir a nuestra escasa visibilidad", explica el director. El hispanista Mauricio Legendre o el historiador Pierre Vilar, más recientemente, se cuentan entre los ilustres predecesores de Étienvre en el cargo.

En la Casa de Velázquez conviven durante dos años 13 artistas becados por Francia -no necesariamente tienen que ser de nacionalidad francesa- y otros dos españoles: uno por cortesía del Ayuntamiento de Valencia, dotación constante desde la inauguración de la institución, y otro de la Diputación Provincial de Zaragoza, que participa desde hace 20 años en el programa. Este año, el fotógrafo Eduardo Nave y la artista plástica Cristina Silván son los dos becarios españoles.

El proceso de selección es duro y, cada año, un centenar de candidatos se somete a la criba de un jurado reunido en París del que forman parte personalidades como el intelectual y ex ministro de Cultura Jorge Semprún. Los afortunados -que deben tener menos de 40 años como requisito para solicitar estas becas- reciben 3.000 euros al mes y no están obligados a presentar ningún proyecto final. Viven en pabellones situados en los jardines de la Casa, con espacio suficiente para instalar un taller y una zona de vivienda. "Vienen en unas condiciones óptimas y de lo que se trata es de que busquen, que experimenten. El objetivo no debería ser tanto producir como experimentar", señala el director de la institución, que en 1970 participó en un programa paralelo de ayudas que, cada año, acoge a 18 investigadores, historiadores, arqueólogos o filólogos interesados en profundizar en estudios hispánicos.

El joven músico Yves Chauris (Brest, 1980), uno de los actuales inquilinos de la Casa, cree que la beca es "un tiempo magnífico para la investigación sin restricciones". En su caso, acercarse al flamenco le está permitiendo conocer una "cultura musical muy expresiva y directa" que probablemente será la mayor aportación a su experiencia. El checo Ondrej Adámek (Praga, 1979), también compositor, cree que Madrid está aún descubriendo la música contemporánea: "Falta un poco de público, de tradición, pero hay promesas que están despertando", asegura.

A Anne-Catherine Nesa (París, 1969) instalarse en España le cambió su paleta de colores: "En París usaba sobre todo verdes y azules; aquí he empezado a meter mucho rosa y rojo", dice de su obra, basada fundamentalmente en el grabado. Pero, sobre todo, lo que ha ganado es capacidad de sorpresa: "En Madrid todavía hay cosas, como pequeños comercios que ya no existen en París, que me llaman mucho la atención y que me sirven para captar ideas". Nesa comparte su afición por el Rastro con Gilles Couhier-Margaritis, Quiberon (París, 1975), que trabaja en esculturas a base de material encontrado, desde botellas de plásticos, hasta tapones o botones.

Los músicos Ondrej Adámek e Yves Chauris
Los músicos Ondrej Adámek e Yves ChaurisSAMUEL SÁNCHEZ
La artista Cristina Silván
La artista Cristina SilvánSAMUEL SÁNCHEZ

La diplomacia cultural de una potencia europea

La Casa de Velázquez es la más joven de las cinco grandes escuelas francesas dependientes del Ministerio de Enseñanza Superior e Investigación que operan fuera del país galo. Son herederas de un tiempo en el que las grandes potencias europeas usaban la cultura para contrarrestar sus respectivas influencias en áreas geográficas estratégicas. Fundada en 1846, la Escuela Francesa de Atenas es la institución extranjera más antigua de la capital griega. Desarrolla un programa de actividades en todos los ámbitos de la cultura griega, principalmente la arqueología, la epigrafía y los estudios clásicos. Ha participado en importantes proyectos arqueológicos, como las excavaciones en el templo de Samotracia, Delfos, Argos o Delos. En 1875 se fundó la Escuela Francesa de Roma, con sede en el Palacio Farnese. Sus inquilinos son historiadores, arqueólogos o expertos en ciencias sociales.

Siguiendo el camino marcado por las dos instituciones anteriores, en 1880 se creó el Instituto Francés de Arqueología Oriental de El Cairo, con la misión de estudiar las civilizaciones que se han sucedido en Egipto desde la prehistoria hasta la edad moderna, aunque en 1898 se redefinieron sus estatutos para ampliar su alcance a Oriente Próximo. Un equipo de 150 miembros, franceses y egipcios, integrado por técnicos, ingenieros, obreros, científicos, investigadores y becarios, desarrolla su trabajo en disciplinas como la arqueología, la historia y los estudios lingüísticos.

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