Descargando Galicia
Para que un debate sobre el estado de cualquier nación no degenere en tertulia e incluso interese al respetable, aunque sea poco, basta con que el presidente conteste a una simple pregunta: qué ha hecho por nosotros últimamente. Como en ocasiones anteriores, este año tampoco tuvimos respuesta. Feijóo vino a contarnos lo mal que estaba todo cuando llegó y cuánto han mejorado sus cuitas como administrador. En medio de la crisis global, mientras se hacía un lío clarificando el galimatías de planes de austeridad publicitados en los últimos meses, presentó entre sus grandes logros la reducción del gasto de la Xunta en clips y fotocopias, las ayudas al coche o el Plan G -la versión bilingüe del Plan E-. Somos una de las autonomías con menos déficit, proclamó. Justo lo qué esperaban oír y un gran consuelo para nuestros 234.171 parados, los 40.829 solicitantes de ayudas de dependencia en espera, o las l.000 explotaciones ganaderas cerradas este año. Luego, como todos los presidentes anteriores, nos castigó con esa vieja lista de cosas que todos sabemos habrá que hacer algún día. Descargó la retahíla de planes que va a ejecutar el año que viene. Pero ni el ni nadie explica por qué razón no se han implementado durante el año que acabamos de gobernar peligrosamente. Sin ir más lejos, por qué no tenemos ya el decreto que llevará la cordialidad de la calle a los guetos lingüísticos que asolan nuestros colegios.
Los socialistas no explicitan sus propuestas para no evocar el recuerdo del bipartito y de Touriño
De nuevo ejecutó un excelente discurso de investidura. Acreditó su potencia como candidato. Pero sigue alimentando el misterio que rodea sus capacidades como presidente. Seguramente fue así porque si hace un balance de gestión, puede acreditar su enorme capacidad para descargar Galicia del viejo software del bipartito como prometía el intrépido candidato Feijó09, pero también su incapacidad para recargarla como prometía con un innovador software de políticas populares. La táctica de respuesta elegida para su réplica prueba su poca fe en su propia gestión. Resucitó al bipartito para enterrarlo de nuevo bajo un alud de verdades, medias verdades y medias mentiras. Cuando se tiene gestión propia para defender, no se pierde un segundo en la ajena. La conclusión que se extrae de esta tertulia sobre el estado de la autonomía es que si Feijóo tienen soluciones para la crisis, se las guarda para sí hasta que su partido gobierne en Madrid. Igual que Rajoy no desvelará sus políticas mientras no gane la Moncloa,
Vázquez y Aymerich cometieron el mismo error que Feijóo. No contestaron a la pregunta que da algo de interés a su presencia. Aparte de decirnos lo malo que es el Gobierno, la cuestión relevante es qué harían ellos mejor. Decir que la oposición ha estado bien porque ha zurrado duro al Gobierno es como calificar de bueno el discurso del presidente porque ha mencionado por su orden a todas las áreas de gestión. Los socialistas siguen sin resolver la contradicción entre no querer reivindicar nada que recuerde al mal negocio que ahora les parece el bipartito y a Touriño, y no poder explicitar sus propuestas porque inevitablemente evocarán al bipartito y a Touriño A los nacionalistas les atenaza lo contrario. La mitad que ahora manda en el BNG cimentó su poder interno sobre la crítica descarnada al bipartito quintanistas. La mitad que ahora no manda en el BNG construye su espacio sobre el recuerdo de esas políticas. Dibuja su alternativa sobre un nacionalismo más orientado a la gente que a los requisitos de la nación, pero al hacerlo, también resucita la memoria del líder muerto demasiado joven.
En cada legislatura estos debates conceden a la oposición cuatro oportunidades únicas para presentar ante el país sus credenciales como gobernantes. Atrapados en sus contradicciones, Aymerich y Vázquez desaprovecharon la primera. Y no sabemos cuántas les quedan realmente. Sumen a todo ello la clásica rasgada de vestiduras de un indignado Bieito Lobeira, o el monólogo para el Club de la Comedia de un chisposo Ruiz Rivas, y ya tenemos lo que toca cada año. Mientras Galicia, sus problemas y sus retos permanecen descargados y en stand by a la espera de un liderazgo que los afronte. Pero malo será.
antonlosada.blogspot.com.
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