El modelo es el debate
Juan Ramón Quintás (A Coruña, 1943) ha sido la voz de las cajas durante 16 años. Probablemente nunca, a lo largo de toda esa carrera irrepetible, pensó que su marcha sería tan triste y extraña. Quintás siempre ha buscado soluciones al complejo mundo de las cajas, pero ayer sintió que los demás percibían que era el problema, que le echaban. Y dejó el cargo, pero sin llegar a pronunciar la palabra dimisión ante el consejo de la Confederación de Cajas.
Algunos le echarán en falta, pero otros piensan que se había enfrentado demasiado al Gobierno por la reforma jurídica del sector y que era un freno para su modernización. ¿Por qué es tan importante (para Quintás y para el sector) que fueran Amado Franco o Isidro Fainé el próximo presidente? Porque las cajas van a vivir una gran transformación para intentar sobrevivir en la crisis financiera y habrá que escoger entre dos modelos. El Gobierno, junto con el PP, CiU y PNV y las más grandes, sobre todo La Caixa y Caja Madrid, dicen que apuestan por una modernización de las cajas, una fuerte despolitización y, sobre todo, la implantación de las cuotas participativas con derechos políticos, similares a las acciones de los bancos. No supone convertir las cajas en sociedades anónimas ni que pierdan su vocación social, pero sí profesionalizar e internacionalizar el modelo. Evitar las rigideces demostradas en Caja Castilla La Mancha, que se intervino hace un año y todavía sigue abierta su venta.
Una parte del sector, agrupado alrededor de Franco, teme desconocer los límites de estos cambios y perder la personalidad. Quintás veía con preocupación que algunas cajas habían elegido el disfraz de banco para fusionarse y pensaba en lo peor. Intentó adelantar la reforma de las cajas, pero fracasó. Su predicamento político cayó y se radicalizó, ante el estupor de los moderados. Ayer su preocupación era evitar el cisma en el sector. Un riesgo que no se pueden permitir las cajas.
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