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Reportaje:ENCANTADOS DE CONOCERNOS

El hijo escocés de Breogán

David Clark trabaja para vincular las culturas gallega e irlandesa

Cuenta el Lebor Gabala Erenn (Libro de las invasiones de Irlanda) que el gran conquistador Breogán fundó en el territorio de la actual Galicia la ciudad de Brigantia, y que en ella levantó una torre tan alta que, una noche, su hijo Ith pudo divisar desde ella la costa verde de Inis Ealga. Hasta allí dirigió su nave, y en ese lugar encontró la muerte a manos de los ávidos gobernantes tribales de la isla. En venganza, los hijos de Mil, el nieto guerrero de Breogán, conquistaron la tierra esmeralda. Y es por eso por lo que, cuenta la leyenda, los descendientes gallegos de Mil son antepasados de todos los irlandeses.

El escocés David Clark (Edimburgo, 1956) pertenece también a esa estirpe de Breogán. En la nueva Brigantia, desde el faro de la Universidad de A Coruña, trabaja para estrechar lazos entre las culturas gallega e irlandesa como secretario del Instituto de Estudios Irlandeses. El centro lleva por nombre Amergin, en memoria del druida clave en aquella victoria galaica.

Llegó a Galicia porque le dijeron que se parecía mucho a Escocia
Clark mantiene un doble sentido nacionalista: escocés y gallego

Clark llegó a Galicia vía Cataluña. "Me interesaba España por la Transición", explica, y por ello aceptó la invitación de una amiga para instalarse en Valls (Tarragona), en 1980. Allí vivió el golpe de Estado del 23 F de 1981: "Me refugié en casa de un alumno, porque decían que iban a linchar a los extranjeros", recuerda. Ese año, acudió a la marcha de la Crida a favor de la lengua catalana y a un concierto de Lluís Llach. "Yo aprendí catalán antes que español", afirma.

Especialista en Literatura Inglesa, siempre estuvo interesado por las lenguas. Sus abuelos le hablaban escocés, pero sus padres trataban de inculcarle el inglés, que era el idioma de prestigio, y lo mismo ocurría en el colegio.

A los catorce años, trasladaron a su padre a Inglaterra. Era un chaval pacífico, pero la fama de sus bravos ancestros de las Highlands le precedía, por lo que los otros chicos trataban de probar su valor provocándole. También tenía problemas de adaptación por su acento cerrado. Cuando se colmó el vaso de su paciencia, decidió volver a Edimburgo haciendo autoestop. Su padre frustró la fuga.

Un tiempo después, comenzó los estudios universitarios en Kent. Al tiempo que se especializaba en la tradición literaria inglesa, continuaba fiel a la herencia familiar escocesa en cuestiones políticas. Como su abuelo ferroviario, que había militado en el Partido Comunista, David se afilió a Desafío Socialista, de tendencia trotskista. Ganó una plaza como profesor en Londres, que dejó cuando vino a España.

Fueron sus amigos catalanes los que le hablaron de Galicia: "Me dijeron que se parecía mucho a Escocia, que debía conocerla". Así empezó un segundo viaje en autoestop por todo el norte peninsular, hasta la esquina atlántica. "Dormí una noche en una pensión en Ribadeo, y al levantarme escuché una música que me llegó a lo más profundo". Era Milladoiro.

Pasados varios años, de nuevo en Barcelona, leyó una oferta de empleo en la que se solicitaba profesor para una academia de A Coruña, y allí se plantó. Su primer gran paso hacia el "coruñesismo" militante fue fijar su residencia en Agra do Orzán. Por las tascas del barrio, entre tazas de ribeiro, aprendió a hablar gallego en tertulias con el gaiteiro Pepe Temprano y con Xosé Manuel Sánchez Aguión, actual secretario de CC OO Galicia. El segundo, hacerse socio del Deportivo. Hace unos meses, Lendoiro le entregó la medalla por sus veinticinco años de apoyo al club.

Montó una academia de inglés, enseñó en la Compañía de María y, ya en 1993, entró como profesor lector en la Universidad de A Coruña. Escribió la tesis doctoral sobre Neil M. Gunn, literato y fundador del SNP, el partido nacionalista escocés. "Encuentro paralelismo entre el movimiento nacionalista escocés y el gallego de la Xeración Nós", explica. Personalmente, Clark mantiene un doble sentimiento nacionalista: escocés y gallego.

David siempre ha apoyado a quien trabaja a favor de la cultura gallega. Defiende la importancia del celtismo como referente galaico frente a la tradición mediterránea del resto de la Península, pero sin asimilaciones aberrantes, y pone como ejemplo lo que no debe hacerse a las bandas de gaitas ourensanas. "Somos culturas distintas, y la gallega debe ir por su propia vía".

En esa identidad propia, sitúa la lengua gallega como principal patrimonio a proteger: "Es mentira que el español esté en peligro en Galicia". Le molesta que se utilice un idioma como coartada para menospreciar a otra lengua: "No se debe usar el inglés como arma contra el gallego". En su experiencia docente, ha constatado la evidencia de que el saber no ocupa lugar: "Mis alumnos gallegohablantes aprenden inglés con mayor facilidad".

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