_
_
_
_
Reportaje:La muerte de un grande de las letras | Su visión del mundo

Miguel Delibes, "un cazador que escribe"

Una entrevista inédita con las reflexiones personales del autor de 'El camino'

Juan Cruz

Acababa de superar un cáncer y había asombrado a los que le creían silencioso para siempre con la publicación de El hereje. Era el verano de 1999 y estaba en su caserón de Sedano, rodeado de hijos, nietos y risas. Tenía, eso lo tuvo siempre, la melancolía de la pérdida de Ángeles, su mujer; pero la fuerza de una familia extraordinaria le daba energía para creer que, superado aquel cáncer, la vida aún podría dar de sí un poco más. ¿O no? En ese clima le hicimos una pregunta para la radio. La SER la emitió ese verano. No ha aparecido en forma impresa hasta ahora, y nos sirve para hacer una especie de diccionario de cómo veía el maestro la vida.

- Muerte. "Creo que la terrible relación de la vida con la muerte nos viene dada desde que nacemos. Tengo la impresión desde chico que estaba amenazado por la muerte; no la mía, sino la muerte de quienes dependía. Yo era un rapaz de cuatro o seis años pero tenía miedo de que me faltaran aquellos que me proporcionaban elementos para vivir, mis padres".

Más información
Se fue el alma literaria de Castilla
Valladolid se vuelca en el funeral de Miguel Delibes

- Pérdida. "La pérdida es uno de los móviles del escritor. El sentimiento de pérdida o de que las cosas no van bien ni son siempre tan florecientes como pensamos, eso es lo que nos da razones para escribir y para lamentarnos. Me defendí de ese sentimiento a los 20 años, escribiendo una novela mala con buenas intenciones".

- Cazador. "He dicho a menudo que soy un cazador que escribe; es decir, tomé contacto con los elementos fundamentales de la Castilla profunda mediante mis excursiones de cazador y pescador. Entonces aprendí a hablar como aquellos castellanos. Y todos mis libros tienen adentro a esos personajes, desde el ratero de Las ratas hasta el señor Cayo de El disputado voto... Podemos decir que mi comunicación con el pueblo y mi idioma del pueblo lo aprendí en contacto con estos señores yendo yo allí a una cosa distinta".

- Leer. "El comienzo de las lecturas suele ser fortuito. Mi padre tenía dos pequeñas librerías con unos cuantos libros, había pocos que podían llamar mi atención. Ahí empecé a leer. Pero mi furia lectora vino de mi novia Ángeles; ella sí era una lectora formidable".

- Literatura. "Ha sido una auténtica dedicación. He encontrado en ella el refugio que no encontraba tan perfecto en el cine o en el café o en el juego; la relación de dos se establecía perfectamente entre una persona y un libro. Mi afán al escribir era intentar comunicar a dos personas, emplear la pluma como elemento de comunicación con otros. Escribir es comunicarse con otro".

- Amor. "Hablar del amor es una cosa tópica. El amor se establece desde el momento en que uno cede ante el otro o que el otro cede ante uno. Ésta es la fórmula de avenencia que se sigue valorando a través del tiempo, y la forma en que se puede llegar a los 25 o 50 años de matrimonio, como se ve a menudo entre nosotros...".

- Novia. "Yo no era noviero. Era un hombre de una sola novia. Estamos en Sedano. Es mi origen como persona y mi origen como novio. Mi abuelo se enamoró de una montañesa y se casó, en Molledo. Vinimos de esa boda tres hijos y luego ocho nietos. Pero yo me enamoré de una chica que venía a pasar los veranos aquí, a Sedano, y aquí venía en bicicleta desde Valladolid. Hasta que salieron las primeras motos, la Montesa. Ahorré y me compré una Montesa. La novia fue la esposa y luego la madre de mis hijos. Ángeles de Castro. Mi única novia".

- Fidelidad. "He sido fiel a un periódico, a una novia, a unos amigos, a todo con lo que me he sentido bien. He sido fiel a mi pasión periodística, a la caza... Lo mismo que hacía de chico lo he hecho de mayor, con mayor perfeccionamiento, con mayor sensibilidad, con mayor mala leche. Siempre he hecho lo mismo".

- Niñez y guerra. "Yo era un niño melancólico, triste; no me gustaba nada ir al colegio. Y era muy callado. Nunca dije que no me gustara ir al colegio, me aguantaba e iba. Estudié regularmente, y a los 15 años me planteé que debía hacer una carrera... Pero Franco debió pensar que yo era muy joven para entrar en la Universidad y abrió la Guerra Civil... Las universidades se cerraron y yo no tenía edad para ir a la guerra. Duró más de lo que uno pensaba, y cuando me vi que cumplía los 17 me fui con otro montón de amigos a la Marina antes de que nos mandaran a Infantería o a la Legión. Murió uno de los nuestros, otro cayó enfermo, los demás volvimos a Valladolid y nos encontramos con una situación difícil, de total censura. En las guerras no gana nadie, pierden todos, eso aprendí. Y si la guerra es civil la pérdida es más fuerte que la de cualquier otra guerra. Eso me familiarizó con la muerte".

- Fascismo. "Más difícil que vivir bajo el fascismo era que cada grupo creía estar en posesión de la verdad. Aquello rompió las familias por completo. Unas familias se rompían, otras morían en el Alcázar de Toledo; era el final más triste que uno podía imaginar para aquella guerra, iniciada como en broma en el norte de África... Yo creo que España se jodió mucho tiempo antes; yo no tenía edad para juzgar en qué momento se jodió España, pero sí que la jodieron entre unos y otros. No hay la disculpa de que fue la derecha o fue la izquierda. Entre los dos jodieron España".

- Madrid. "Para mí Madrid es la ciudad del miedo. A mí Madrid me da miedo, porque si Valladolid me parece un enorme aparcamiento, Madrid me parece cinco veces ese aparcamiento. Vino aquí José Ortega Spottorno a ofrecerme la dirección de EL PAÍS, antes de que saliera el periódico. Y me dijo que tenía a mi disposición una redacción, un despacho magnífico y que había alquilado un monte para que fuera a cazar los domingos... Le dije: 'Mira, José, irme a Madrid a dirigir EL PAÍS, necesito tiempo para pensarlo'. Era cambiar mi vida, después de la muerte de mi mujer. Lo pensé y le dije que no contara conmigo. Hay muy buenos periodistas en España, EL PAÍS hay que dirigirlo con temple. Seguí en El Norte de Castilla. En Madrid estaban algunos de los que se hicieron conmigo, como Leguineche, Umbral o el cura Martín Descalzo, pero estaban a disgusto en Madrid. El último conquistador de Madrid por las bravas fue Umbral, cogió el hatillo y la carretera y llegó a Madrid a conquistar la ciudad como se conquistaba antaño. Es bonito haber sido el último que lo hizo, le he dicho a Paco".

- Periodismo. "Esto del periodismo y de las comunicaciones ha tenido muchos altibajos. Decían que la radio acabaría con la prensa y ahí están los dos. Y aparece la televisión, menudo invento. Hay un tío fumándose un pitillo en Washington y te echa el humo en Madrid. Luego resultó que este invento tampoco mataba a la radio aunque el humo lo veíamos. De modo que el periodismo, como la radio, como la televisión y como la prensa, no han muerto. ¿Defectos del periodista contemporáneo? El afán por el morbo, por sacar las cosas de quicio. Me preguntaron por la Guerra Civil y luego por mi afición a cazar perdices. Y el titular fue que Miguel Delibes se arrepentía de la sangre derramada como si yo hubiera ido por ahí disparando tiros en la nuca. No se sabía si estaba arrepentido de las perdices que había matado o de los soldados que pudieron caer bajo mis hipotéticos disparos. Pero no soy rencoroso. Siempre he dicho que soy un hombre sencillo que escribe sencillamente".

Miguel Delibes, posando con uno de sus atuendos más queridos: el de cazador.
Miguel Delibes, posando con uno de sus atuendos más queridos: el de cazador.CHEMA CONESA

Lecturas esenciales

- La sombra del ciprés es alargada, 1948.

- El camino, 1950.

- Mi idolatrado hijo Sisí, 1953.

- Diario de un cazador, 1955.

- La hoja roja, 1959.

- Las ratas, 1962.

- Viejas historias de Castilla la Vieja, 1964.

- Cinco horas con Mario, 1966.

- La mortaja, 1970.

- El príncipe destronado, 1973.

- Las guerras de nuestros antepasados, 1975.

- El disputado voto del señor Cayo, 1978.

- Castilla, lo castellano y los castellanos, 1979.

- Un mundo que agoniza, 1979.

- Los santos inocentes, 1981.

- 377A, madera de héroe, 1987.

- Pegar la hebra, 1990.

- Señora de rojo sobre fondo gris, 1991.

- El último coto, 1992.

- Diario de un jubilado, 1995.

- El hereje, 1998.

- España 1936-1950, muerte y resurrección de la novela, 2004.

- La Tierra herida: ¿qué mundo heredarán nuestros hijos? (en colaboración con su hijo Miguel Delibes de Castro). 2005

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_