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La guerra de Irak
Columna
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La incógnita de Cameron

Francisco G. Basterra

No está descartado que el primer viernes de mayo la reina Isabel tenga que llamar al palacio de Buckingham a Gordon Brown para encargarle la formación de un nuevo gobierno en el Reino Unido, en el que sería el cuarto mandato consecutivo del partido laborista que reinventó Tony Blair. Si así fuera, constituiría una gran sorpresa política. Lo que hasta hace muy poco aparecía como un camino claro de regreso al 10 de Downing Street de los conservadores con David Cameron, un líder posmoderno, optimista, mediático, hábil para haber descontaminado la marca tory de sus perfiles más duros haciendo olvidar a lady Thatcher, se ha convertido en una batalla a los puntos. ¿Cómo es posible que los conservadores no barran a sus adversarios del nuevo laborismo, envejecido por casi tres lustros de ejercicio del poder, que engañaron al país con Blair al frente con la guerra de Irak, con una recesión económica de la que está saliendo a duras penas y con un primer ministro impopular y torpe en su desempeño? Después de mantener durante meses una distancia superior a diez puntos sobre los laboristas, Cameron la ve reducida a sólo dos, según un sondeo. Si hoy se celebraran las elecciones, Gordon Brown, el adusto escocés, podría aspirar a formar gobierno aun sin lograr la mayoría en la Cámara de los Comunes cifrada en 326 escaños.

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Pero no nos hallamos sólo ante una rareza propia de una isla excéntrica. ¿Cómo es posible que Obama, elegido hace poco más de un año con el 53% del voto popular y con sobradas mayorías parlamentarias, esté paralizado y vea bloqueadas sus principales reformas domésticas por un partido republicano sin cabeza, pero que sostiene fundadas esperanzas de triunfar sobre los demócratas en las legislativas de noviembre? Y un ejemplo más cercano: ¿cómo entender que tras el annus horribilis de Zapatero, en cierta medida convertido en el Brown español, David Rajoy y el PP no adelanten por más de 10 puntos al PSOE? En Estados Unidos se debate sobre la parálisis de su sistema político, donde en la práctica la ley de las mayorías no funciona. La opción de Obama de aplicar su mayoría suficiente para sacar adelante la reforma sanitaria se considera un trágala políticamente abusivo. La polarización política impide los acuerdos razonables. Algo exportable a otras latitudes. Falla en general el bipartidismo, que simplifica una realidad mucho más compleja. Y fallan los líderes: muy patente en el caso del ex mesías Obama, en el que el mundo tenía puestas todas sus complacencias. La política, tal como la practicamos, es con frecuencia incapaz de conseguir hacer lo que la ciudadanía demanda. No da respuestas a un mundo muy complejo, globalizado y enormemente acelerado.

A Obama le está fallando el relato de su presidencia. Que no tiene nada que ver con la retórica de las promesas con las que encantó al electorado en campaña. Carece de una narrativa entendible y completa de su mandato: adónde quiere llevar al país, cómo priorizar los cambios y cuáles son los plazos para llevarlos a cabo. La misma falta de narrativa de la que adolece David Cameron en el Reino Unido. No le va a servir el vote por nosotros porque no somos el Partido Laborista. Brown es un mal candidato, un primer ministro no pasado por las urnas, producto del dedazo de su antecesor. El país está cansado del laborismo/blairismo. Pero los británicos todavía desconocen adónde quiere llevarles Cameron. Dudan sobre si su conservadurismo compasivo es sólo un truco de marketing. El líder tory promete un día un severo ajuste presupuestario, pero inmediatamente duda ante la reacción de los votantes y el peligro de abortar la débil recuperación económica. Con un 13% de déficit presupuestario, la libra esterlina, tras el euro, está siendo atacada por los mercados. El sistema electoral británico, con la fórmula de que el primero que llega a la meta se queda con todo, favorece a los laboristas. En 2005, el Labour, con un 37% de los votos logró el 57% de los escaños en Westminster. Atentos al 6 de mayo, fecha más probable para las elecciones. Las apuestas, en el Reino Unido se apuesta a todo, dan como favorito a Cameron, el elitista educado en Eton y Oxford reconvertido en campeón de las clases medias, frente al complejo y torturado Brown, hijo de un pastor de la Iglesia de Escocia, de quien el New York Times ha escrito que, si en una multitud le pasaran un bebé, se le caería al suelo. Dos meses en política son una eternidad.

fgbasterra@gmail.com

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