La otra cara de Hyde

Denis Podalydès, sociétaire de la Comédie-Française, donde trabajó con Fomenko, Langhoff, André Wilms y Benno Besson, menuda suerte, nos dio lecciones de economía gestual en el Festival de Otoño, protagonizando El mentiroso, de Corneille. Ahora tampoco gasta pólvora en salvas en su interpretación del doctor Jekyll y de mister Hyde, dónde es, además, narrador preciso de sus desventurados experimentos.

El caso Jekyll es todo síntesis y sugerencia, un concentrado de la novela de Stevenson que alimenta sin saciar. Podalydès nos va arrastrando sigilosamente desde el universo aparentemente impoluto de Jekyll al corazón unívocamente perverso de Hyde, mientras evoca Londres después de la medianoche con recursos intencionadamente ingenuos.

Sin alardes, el actor se embolsa nuestra atención, nos lleva por los vericuetos del relato, filosofa sobre la naturaleza dual del ser humano, homenajea a Jean-Louis Barrault y nos coloca al borde del desconcierto cuando abandona la escena en pleno soliloquio y prosigue fuera de campo. Su trabajo proteico, a cuerpo limpio, basado en la composición física antes que en la discreta caracterización, está por encima de un espectáculo que abusa de la penumbra y que necesitaría un escenario más unido a la platea que el del Teatro del Instituto Francés.