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Reportaje:

Milán se refugia en la sastrería clásica

Las exigencias de la poderosa Anna Wintour obligan a comprimir en cuatro días los más de 50 desfiles de la moda italiana para el otoño-invierno de 2010 y 2011

La sastrería clásica, en todas sus posibles interpretaciones, ha sido el refugio de la gran mayoría de diseñadores para combatir los efectos de la crisis económica. Ése es el mensaje que arroja la Semana de la Moda de Milán, que terminó ayer.

Entre todas las colecciones para el otoño / invierno de 2010 que se apuntan a esta tendencia, la más convincente fue la de Dolce & Gabbana. Su desfile del domingo tuvo un final apoteósico: un ejército de 72 modelos luciendo una versión distinta de la chaqueta o abrigo de inspiración sartorial (corta y entallada, larga y cruzada, gabán, bolero...) en negro sobre unos culottes. De fondo, un vídeo en blanco y negro en el que aparecían todos los sastres de la casa con sus batines blancos. Su desfile fue un homenaje a ellos, en forma de corpiños de seda y encaje o impecables abrigos tipo redingote por debajo de la rodilla.

Miuccia Prada mostró una nueva interpretación de la femineidad

Raf Simons para Jil Sander paseó ejecutivas con aire de replicantes contemporáneas. Su uniforme consiste en un sinfín de chaquetas en azul marino con cierres de velcro combinadas con mini shorts con gasa superpuesta, faldas tubo o pantalones estilizados. Por su parte, Frida Giannini en Gucci optó por reinterpretar las épocas gloriosas de los setenta y noventa de la firma con vestidos ajustados, pantalones hipster (a la cadera), chaquetones de zorro con forro de punto en tonos grises, hielo, camel y tabaco. Para la noche, negro en ajustados vestidos o faldas y tops de encaje incrustado de lentejuelas de plástico, plumas de ganso enceradas o plumas peinadas de avestruz y lentejuelas brillantes. Thomas Maier en Bottega Veneta lanzó su versión de trajes pantalones masculinos de chaquetas cruzadas en cuero negro.

Una de las pocas que no sucumbió al hechizo de la sastrería fue Miuccia Prada que entregó una nueva interpretación de la femineidad de finales de los cincuenta y principios de los sesenta. Le dio énfasis al pecho a través de pinzas estratégicas y puntiagudas o volantes de encaje y pedrería colocados en el busto (sin revelar nada). Colocó las cinturas en su sitio y ofreció faldas amplias a veces con modernos miriñaques debajo.

Los tejidos que parecen dominar el panorama son lanas, bien a rayas diplomáticas, cuadros discretos, tweeds, espigas, además de terciopelo y encaje. Las tonalidades más vistas han sido la gama de tierras (chocolate, tabaco, camel), gris claro y marengo, marino, negro y toques de color como rojo, morado, granate y naranja (por ejemplo, Giorgio Armani lo combina con negro). Los zapatos de salón y las botas por encima de las rodillas vuelven a pisar fuerte.

El calendario oficial de la moda milanesa era del 24 de febrero hasta el 1 de marzo, pero en realidad más de 50 desfiles (de las firmas más relevantes) han sido comprimidos en sólo cuatro días (del 25 al 28). Supuestamente, ello se ha debido a la agenda de Anna Wintour, directora de la edición estadounidense de Vogue, aunque la Camera della Moda Italiana niega que haya claudicado en cambiar los horarios. Lo que no ha evitado que se vieran manifestantes con peluca (imitando su característico corte de pelo) y gafas de sol. Sus camisetas rezaban: "Sólo me quedo tres días".

Propuestas para el otoño / invierno 2010.
Propuestas para el otoño / invierno 2010.

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