"El problema son los altos índices de paro, no los de inmigración"
Oriol Amorós (Barcelona, 1970) ya ha asumido, no sin cierto resquemor y frustración, que sólo aparece en los medios cuando se producen conflictos de convivencia relacionados directa o indirectamente con la inmigración. "La semana pasada, como secretario de Inmigración, entregué 250 diplomas de reinserción laboral y no apareció nada en la prensa. Si alguno de estos chicos hubiera armado jarana, seguro que habría sido un titular". Por este motivo no para de reclamar un ejercicio de responsabilidad no sólo a los políticos, sino también a los medios de comunicación. "Por supuesto que hay que hablar de inmigración", afirma, "pero hay discursos que pueden agrandar los problemas y otros que pueden ayudar a comprender la realidad, a ver los beneficios de la inmigración, a entender los problemas, analizarlos y buscar la solución". Y en esa tarea dice estar metido desde "hace tres años y tres meses".
En un asunto tan espinoso como la convivencia entre autóctonos y recién llegados, Amorós distingue entre percepción y realidad, que, en su opinión, mucha gente confunde y algunos políticos, como Plataforma por Cataluña, "se esfuerzan en mezclar y proclamar". De ahí que pida huir de estereotipos, fijarse en los datos objetivos y, sobre todo, no estigmatizar a todo un colectivo por el comportamiento de un individuo. Y es lo que ha sucedido, señala, en algunos municipios de Cataluña respecto a los marroquíes.
Admite la existencia de conflictos y que éstos, al menos públicamente, se han agudizado en los últimos meses: Vic, El Vendrell, Cunit y Salt. Pero apuesta por diferenciar cada uno de estos episodios. "En Vic", comenta, "se produjo un tema administrativo por el empadronamiento de los inmigrantes en situación irregular, justamente cuando ha descendido de forma considerable". Lo que sucedió en El Vendrell, argumenta, "explotó a partir de un incidente concreto, a raíz de un malestar latente por la dificultad económica que atraviesa la gente de un barrio y por la segregación espacial de esta zona, mucho más de lo deseable". En cambio, para Oriol Amorós la situación de Cunit fue un problema de representación. "No es que la mediadora municipal quisiera representar a nadie, sino porque es vista como una competidora por una parte del colectivo que quiere atribuirse la representatividad civil y religiosa". Y Amorós dice conocer el problema y cómo solucionarlo: "Este conflicto expresa la falta de representación de una parte de los catalanes por no poder participar y expresarse en unas elecciones democráticas en las que elegimos a nuestros representantes civiles". Destaca que él sí que diferencia desde su cargo representación civil y religiosa. "Yo me reúno con asociaciones culturales, deportivas y de todo tipo. Y la dirección de Asuntos Religiosos con los imanes", comenta.
Sobre la situación de Salt apunta que allí "se mezclan paro e inseguridad". Respecto a los índices de paro, Amorós los sitúa en torno al 45% entre el colectivo marroquí. "Este paro, un fracaso escolar importante y jóvenes sin estudiar ni trabajar suponen una base de malestar que dificulta mucho las cosas", señala. A ello se suma la inseguridad, según Amorós. Pero el consejero de Interior, Joan Saura, apuntó que los índices de delincuencia en Salt son equiparables a la media de Cataluña. A pesar de ello, Amorós reclama mayor presencia policial y achaca la culpa al Gobierno central por no implementar un registro sobre los individuos que comenten más de una falta y castigar así la reincidencia.
Amorós culpa casi exclusivamente del incidente de Salt al paro. "En Castelló d'Empúries, Sant Pere Pescador, Guissona y Lloret tienen unos porcentajes de población inmigrada como Salt [43%], pero allí no sucede nada porque todo el mundo trabaja". "El malestar lo causa la crisis económica. En tiempo de bonanza económica la adaptación al cambio que supone la emigración es más fácil de sobrellevar", aclara.
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