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Entrevista:

"La República de Irlanda apoyará el ingreso de España en la CEE"

«Cuando España presente su solicitud de ingreso en la Comunidad Económica Europea, la República de Irlanda será la primera nación de la CEE en dar su bienvenida al propósito español y luego seguirá con espíritu de amistad las negociaciones que se produzcan. Desde ahora, sin embargo, debemos decir también, por propia experiencia, que estas cosas llevan siempre mucho tiempo», ha dicho en una entrevista que concedió a EL PAIS el ministro de Asuntos Exteriores de la República de Irlanda, doctor Garret Fitzgerald, que inicia hoy su primera visita oficial a España.El doctor Garret Fitzgerald es un miembro del ala liberal del Fine Gael, el partido que gobierna en la República de Irlanda en coalición con los laboristas. Es un hombre de cincuenta años lleno de energía política, aunque llegó tarde a este terreno. Antes de los 39 años, cuando fue elegido senador, había sido profesor de Económicas y periodista.

El doctor Fitzgerald es hijo del que fue primer responsable de Asuntos Exteriores del Eire, Desmond Fitzgerald.

Garret Fitzgerald: Para nosotros ha sido de gran interés lo que ha ocurrido en España en los últimos dos años. El anterior régimen no se correspondía con lo que eran nuestros ideales de lo que debía ser España. Aun así, la existencia de aquel régimen nunca hizo disminuir el sentimiento de amistad que los irlandeses sentimos por el pueblo español. Durante décadas estuvimos deseando que viniera el día en que España resurgiera como un Estado completamente democrático. En Irlanda se hacen votos para que la evolución que vive su país termine en un gran éxito.

Cooperación mutua

EL PAIS: ¿Tiene usted fijada una agenda que ofrecer a sus interlocutores españoles?

G. F.: Sí: queremos conocer de cerca cuál es ahora la situación interna española. Por nuestra parte, explicaremos al Gobierno cuál es nuestra posición sobre el conflicto que ocurre en Irlanda del Norte, como siempre que visitamos un país extranjero procuramos hacer. Hablaremos de cuestiones de cooperación bilateral, y en ese campo trataremos de estudiar la posibilidad de que las industrias españolas inviertan en Irlanda.

Discutiremos asuntos de interés mundial y quizá mis colegas españoles quieran hablar de asuntos relacionados con la CEE, porque todos sabemos que su solicitud de ingreso puede ser inmediata.

EL PAIS: ¿Cuál será la actitud irlandesa ante esa solicitud, una vez cumplidas las condiciones de las que usted nos habló antes?

G. F.: Ya le digo que no hay problemas por nuestra parte. La Comunidad es una entidad abierta a cualquier país democrático europeo. La evolución española hacia la democracia se desarrolla de tal modo que nosotros confiamos que culminará en un plazo muy breve y que España será muy pronto un Estado plenamente democrático.Cuando pretenda ingresar en la CEE habrá las negociaciones normales, durante las cuales, como hicimos nosotros, España también deberá señalar cuáles son sus condiciones para adaptar ciertos aspectos de la Comunidad a sus propios problemas económicos y políticos. Pero, repito, España puede contar con nuestro apoyo en el curso de esa negociación.

La decepción de Europa

EL PAIS: Usted ha dicho en varias ocasiones que Europa no debe detenerse hasta que no tenga «un Gobierno federal». ¿Hasta dónde hemos llegado en ese proceso?

G. F.: No debemos hacemos ilusiones: estamos a una larga distancia en problemas económicos, la CEE ha hecho muy pocos progresos hacia una integración más profunda. Incluso parece obvio que aunque salgamos de esas dificultades económicas, el clima que se respira en ciertos Estados miembros no es favorable a ningún cambio rápido de la Comunidad en ese sentido. La Comunidad ha alcanzado un punto en su desarrollo en el que parece que lo más importante que puede ocurrir en el próximo futuro es la ampliación, sin que esa ampliación conlleve, una evolución interna de la CEE. De todos modos, quisiera mostrarme optimista y creer que si es verdad que los comportamientos políticos cambian de década en década, habría que confiar que quizá en los años ochenta tengamos la solución federal de la que se había. Eso significará, sobre todo, que se reconoce que la fortaleza de la Comunidad depende en realidad del fortalecimiento de sus instituciones básicas comunes y que se ha superado la curiosa situación en que ahora nos encontramos, a medio camino de lo que serían nueve Estados independientes y lo que podría ser de hecho una federación europea.

EL PAIS: ¿Cree usted que la Europa de los nueve ha conseguido por fín una voz común para expresarse en Asuntos Exteriores?

G. F.: Ha habido algunos éxitos significativos en ese terreno, aunque hay algunas áreas en las que ciertos Estados miembros tienen percepciones y actitudes diferentes, como por ejemplo en Io que se refiere a Oriente Medio. En realidad, cuando hubo un mayor nivel de acuerdo fue en la Conferencia de Helsinki, y seguramente lo volverá a haber en Belgrado.

EL PAIS: ¿Cómo les va a explicar usted lo que pasa en el Ulster a las autoridades españolas?

G. F.: El conflicto de Irlanda del Norte debe ser entendido como el que ocurre entre dos poblaciones que han vivido juntas pero que, por razones religiosas, no han podido profundizar en sus contactos. Los colonos ingleses y escoceses llegaron como protestantes a Irlanda, de modo que fue imposible su marida e con la comunidad católica que llevaba allí cientos de años.

Durante el último medio siglo, tras la división de Irlanda, la mayoría protestante del Norte empezó a temer la preponderancia del otro sector de la comunidad en el resto del país y comenzó usar discriminaciones y arbitrariedades para mantener su poder político, lo que creo una gran desconfianza entre los católicos. Cuando hace ocho años los católicos intentaron reclamar su derecho a participar en el Gobierno del Ulster comenzaron los disturbios. Lamentablemente, los protestantes no están dispuestos a aceptar la idea de un Gobierno de cooperación. Nuestra tarea, la de los políticos, es la de impulsar a las dos comunidades para que aprendan a vivir juntas y a crear un sentido de solidaridad que ahora no existe. Luego trataríamos de reconciliar el Sur con el Norte y procuraríamos abrir el camino para que la gente de Irlanda del Norte decida, por fin, vivir en paz.

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