Una grieta al otro lado del espejo
Guiños al arte y a Lewis Carroll en un Cibeles dominado por la lencería
Hace cuatro años, Doris Salcedo abrió una grieta de dolor en la Tate Modern y hace más de un siglo Lewis Carroll empujó una puerta a la imaginación. Y ya se sabe que la moda fagocita el arte de manera indiscriminada para sus puestas en escena. En la quinta jornada de Cibeles Madrid Fashion Week, la ya célebre grieta de Sala de Turbinas londinense sirvió ayer de percha arty para el espectáculo de Davidelfin. Y la literatura infantil (y su trastienda adulta al otro lado del espejo) vistió la lencería de la marca Andrés Sardá. Si el discurso de la ropa era consecuente con el del escenario es otro asunto.
Delfín presentó la misma colección que hace unos días en la Fashion Week de Nueva York. Como es costumbre, Bimba Bosé (con un traje de chaqueta amarillo intenso) abría el desfile. "Yo siempre quiero a Bimba ahí. Aunque tenga 70 años", apuntaba David Delfín. En primera fila, la ministra de cultura, Ángeles González-Sinde (que también asistió a la presentación de Modesto Lomba), aplaudía con especial entusiasmo un vestido de cóctel negro abierto hasta la ingle y con un forro fucsia asomando entre las piernas. "He venido a los desfiles que me permite mi agenda, pero no los he elegido por una razón especial", dijo. "Cuando estaba en la Academia de Cine también solía venir. La moda siempre me ha gustado, forma una parte muy importante de nuestra identidad". Al preguntarle por sus gustos en lencería (tan presente ayer en el pabellón) la ministra respondió veloz: "No, no. Yo soy más maniática de bolsos y zapatos".
Manía no es una mala palabra para entender el mundo de la ropa interior femenina. Nuria Sardá (directora creativa de Andrés Sardá, la empresa que construyó su padre hace 48 años y que hace un año vendieron al grupo Van de Velde por 14,6 millones de euros) echó mano de un cuento en el que están presentes las ansiedades y miedos que acechan a toda imaginación despierta. Bragas y sujetadores con encajes, tules de seda, lunares, transparencias, lazos, ligueros, corsés... la ropa interior también juega con la fantasía y los secretos. "La lencería de mujer requiere mucha precisión", asegura Nuria Sardá. "Hay que trabajar con texturas y materiales laboriosos pero sin olvidar su función práctica".
Totón Comella, diseñadora de la marca TCN (25 años en el sector del baño y la lencería), subió al joven piloto de fórmula 1 Jaime Alguersuari (dj en sus ratos libres) para la sesión. El deportista pinchaba mientras una pantalla mostraba una ciudad blanca. "Es una película rodada cámara en mano desde un coche ese domingo en el que nevó tanto en Madrid. Nos pareció un día muy extraño y bonito". Esa mañana de aire irreal era el fondo para mostrar una ropa interior que huye de los guiños a la picardía nocturna: pantalones de ciclista rematados con encajes y corsés con camisetas de algodón. "Me interesan las cosas sutiles, no son tan fáciles como parecen", apunta Comella.
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