China acusa a EE UU de "dañar gravemente" las relaciones bilaterales
Pekín alza el tono contra Washington tras la reunión del Dalai Lama y Obama
Hubo protestas y advertencias antes del encuentro. Y las ha habido después. El Gobierno chino recrudeció ayer su retórica y aseguró que la reunión celebrada el jueves entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el líder tibetano Dalai Lama "ha dañado gravemente" las relaciones entre los dos países. El Ministerio de Exteriores convocó al embajador estadounidense en Pekín, Jon Huntsman, para trasladarle su malestar.
"La acción de Estados Unidos es una seria injerencia en los asuntos internos chinos, y ha dañado gravemente los sentimientos del pueblo chino y las relaciones entre China y EE UU", afirmó Ma Zhaoxu, portavoz del Gobierno, en un comunicado. Ma dijo que el encuentro supone una "gran violación de las normas básicas de las relaciones internacionales" e instó a Washington a respetar la soberanía nacional china y dar "inmediatamente los pasos necesarios para eliminar los malignos efectos" de la reunión.
Está en juego el respaldo chino a las sanciones a Irán por su plan nuclear
La venta de armas de EE UU a Taiwan ha incrementado también la tensión
Pekín considera al Dalai Lama un separatista que pretende escindir la región del Himalaya, y se opone a cualquier tipo de recibimiento por Gobiernos extranjeros. El Nobel de la Paz (1989) ha declarado repetidas veces que no busca la independencia del Tíbet, sino una autonomía real dentro del Estado chino y que se respeten los derechos humanos, la religión y la cultura de su pueblo.
El diluvio de advertencias chinas era esperado, ya que, durante su visita a Pekín en noviembre, Obama comunicó a sus anfitriones que recibiría al Dalai Lama cuando éste viajara de nuevo a EE UU, algo que no hizo en octubre para no desairar a los mandatarios chinos antes de su visita.
Las relaciones entre los dos países atraviesan momentos difíciles, debido a los conflictos comerciales, el valor de la moneda china (yuan o renminbi), el caso Google, la censura en Internet y la venta de armas estadounidenses a Taiwan. De ahí que Obama optara el jueves por conceder un perfil bajo al encuentro. No recibió el líder tibetano en el Despacho Oval, sino en un ala privada de la Casa Blanca, y lo hizo fuera de la vista de las cámaras de televisión y la prensa.
Al final de la reunión, Robert Gibbs, portavoz de la Casa Blanca, aseguró que el presidente estadounidense había mostrado su apoyo a "la preservación de la identidad religiosa, cultural y lingüística de Tíbet, así como la preservación de los derechos humanos de los tibetanos en China". Y el Dalai Lama declaró a los periodistas que estaba "muy contento" con el respaldo recibido.
Las protestas chinas reproducen las que han tenido lugar cada vez que un presidente estadounidense, u otros líderes extranjeros, se han reunido con el Dalai Lama, y no tienen por qué suponer una ruptura mayor de las relaciones entre los dos países, cuyas economías y responsabilidades internacionales están cada vez más entrelazadas. Pekín ha declarado recientemente que quiere evitar una grave crisis con Washington. Pero el enfrentamiento puede complicar los esfuerzos de Obama para conseguir el respaldo chino a las sanciones contra Irán por su programa nuclear.
La subida de tono podría ir dirigida, según algunos analistas, no solamente a Washington, sino al consumo interno y a otros Gobiernos extranjeros. Pekín ha redoblado los ataques contra el líder tibetano desde las graves revueltas ocurridas en Lhasa (capital de la región autónoma de Tíbet) en marzo de 2008, y los choques étnicos en la región musulmana de Xinjiang en julio pasado.
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