El factor congelación
En los países que tienen inviernos helados el chill factor, o factor de congelación, es, valga la coquetería, el viento enfriando al frío, que cuando sopla en un día de cero grados centígrados, puede hacer que la sensación térmica que experimenta quien camina a la intemperie sea, por ejemplo, de -5. En algunos países el pronóstico del tiempo incluye el chill factor: se dicen los grados que hará y los grados que, a causa del viento, sentirá el cuerpo. ¿Y cuál es la temperatura real?: la que dice el termómetro que no contempla este factor o la que siente el cuerpo, que no es la que registra el termómetro. Hace unos días pensaba que el chill factor podría amplificarse, ensancharse más allá del clima hasta invadir otros ámbitos de la vida, de nuestra vida personal, que está siempre condicionada por múltiples factores que la potencian, o la desinflan, o la hacen opaca o luminosa; una comida de restaurante, por ejemplo, es larga o corta, aburrida o divertida, en función de lo que se come, pero también de lo que se bebe, del sitio donde tiene lugar y de las personas con quienes conversas y compartes los alimentos; si no es que eres de los que disfrutan más comiendo solos, y en este caso la experiencia de comer quedará irremediablemente tocada por el libro o el periódico que te hace compañía, o por la radio, o el iPod que escuchas, o quizá por el monólogo interior que te asalta cuando das la primera cucharada a la sopa de langostinos, o de zanahoria, o de cebolla, porque cada sopa pega de forma distinta en el organismo, y puede ser que de esta dependa tal o cual giro en el ánimo; y a esto habría que sumar el humor del camarero, el nivel de decibelios del restaurante, el esfuerzo que se ha hecho para llegar ahí y el destino posterior, porque no será lo mismo comer para luego ir a meterle mano a la novia, que para ir al dentista o al proctólogo; y a todo esto tendrá que añadirse el panorama general, si está felizmente casado o si lo agobia una barragana, si pasa por un momento financiero malo o bueno, etcétera. Todos estos elementos son el chill factor de la vida, y nunca se sabe bien dónde empieza uno y dónde termina el dichoso factor.
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