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Columna
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Traición, estafa y engaños

A la derecha le gustan las palabras recias: ley, orden. Una de sus principales intérpretes, María Dolores de Cospedal, habla estos días de traición y estafa. El inefable Javier Arenas añade: engaño, propaganda.

Pero, con frecuencia, esas rotundas palabras están huecas. Se convierten en lo que el filósofo Thomas Hobbes llamaba el "discurso insignificante".

El discurso insignificante es aquel que está cargado de "palabras que no significan nada", de palabras "destinadas deliberadamente a engañar mediante una descripción equívoca", nos recuerda el historiador británico Eric Hobsbawm en Guerra y paz en el siglo XXI.

Estos días recibimos mensajes desde todos los frentes políticos, sociales y económicos sobre la necesidad de alcanzar un pacto de Estado entre todas las formaciones políticas para salir de la crisis.

El PP también ofrece pactar. Pero con condiciones: habrá acuerdo si Zapatero en Madrid y Griñán en Andalucía rectifican, renuncian a sus propuestas y aceptan sin rechistar las recetas del PP. Arenas se lo decía a Mabel Mata el martes en El Meridiano (Canal Sur Televisión): los socialistas tienen que rectificar "de la A a la Z los gravísimos errores" que nos han "llevado al precipicio".

A cambio, se aplicaría una difusa fórmula que Arenas resume en "austeridad, recorte del gasto, reformas profundas y bajada selectiva de impuestos". En la mañana de ayer, Rajoy iba más lejos: haga lo que yo le digo o márchese, le espetó a Zapatero en el Congreso.

Ésa es la idea de pacto que tienen los populares. Ésa es la esencia del discurso insignificante: un juego de palabras articulado para engañar y confundir al ciudadano. Porque la realidad es muy otra: los dirigentes del PP no quieren un pacto. Nunca lo han querido. Por mucho que lo nieguen, Rajoy y Arenas saben que la única posibilidad que tienen de volver al poder es que la crisis hunda al país cada día un poco más. ¿Para qué echar una mano al adversario, entonces?

Veamos dos ejemplos de la falsedad pactista del PP: la Conferencia de Presidentes autonómicos celebrada el pasado mes de diciembre se saldó con un rotundo fracaso ante el rechazo, por parte de los presidentes del PP, de un documento que contenía ¡nada menos que el 80% de sus propuestas! Javier Arenas, responsable de política territorial popular, jugó un decisivo papel en ese boicoteo al acuerdo.

El pasado lunes, Cospedal calificaba de "ambigua e insatisfactoria" la propuesta del ministro Ángel Gabilondo para firmar un pacto sobre la educación. Durante semanas, los populares nos hicieron creer que estaban a punto de alcanzar un acuerdo. Falso. Era puro discurso insignificante.

¿Hay que creerlos ahora o estamos ante una nueva treta? Siguiendo a Hobsbawm, "a menos que cambien los propios hechos" no son en absoluto creíbles. Y los hechos no van a cambiar. Nos hablarán una y mil veces de pactos, acuerdos y consensos. Pero, al final, inventarán una excusa para rechazarlo todo.

Arenas lo hará con el latiguillo que repite como papagayo cada vez que se encuentra en un trance similar: "No valen pactos que sean sólo fotos y engaños", recordaba en Ronda hace unos días. Cospedal dirá que pactar con los socialistas sería una traición y una estafa al pueblo español.

Pero, ¿quién es verdaderamente el traidor? Como afirmaba en un artículo editorial este periódico el pasado sábado, "una concertación política debe fundarse en el aval público de la oposición en las grandes líneas de acción económica en la que todos los partidos pueden ponerse de acuerdo".

Desgraciadamente, eso no es lo que le interesa a los populares. Ellos confían en que cada nuevo parado sea un voto más para sus arcas. Como rezaba el título de ese editorial, los populares van a lo suyo. Todo lo demás es discurso insignificante, palabras destinadas deliberadamente a engañarnos.

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