El juez Garzón no viaja en bicicleta
La velocidad es tiempo y equilibrio, y, desde hace poco, según nos dicen, es también poder: ahora el que gana ya no es el más fuerte, sino el más rápido. El que gana, claro, es el que amontona más dinero en menos tiempo. A la velocidad, eso sí, hay que controlarla, porque si aceleras o frenas cuando no era, te sales de la curva.
Todo eso me lo acaba de decir Juan Urbano en el bar donde quedamos cada mañana para compartir café y periódicos, y para apuntalar su discurso ha sacado dos noticias incomparables de cuya comparación espera sacar, como acostumbra, la esencia de lo que pasa aquí y ahora. Los hermanos Wright mezclaron los pájaros y la gasolina e inventaron el avión. Newton mezcló el aire y las manzanas e inventó la gravedad. Juan mezcla dos noticias que no tengan nada que ver y te monta una teoría sociopolítica.
El que gana, claro, es el que amontona más dinero en menos tiempo
"Porque, a ver", continúa, "si coges a los jueces del Consejo del Poder Judicial y ves la prisa que se dan para defender al franquismo del juez Garzón; y luego coges al Ayuntamiento de Madrid y ves lo despacio que construyen el carril para bicicletas que han prometido en cada campaña electoral, te das cuenta de que para unas cosas se corre tanto y para otras tan poco, que al final no tenemos estabilidad, no existe la compensación y, por lo tanto, no hay armonía".
O sea, que por un lado tenemos al Tribunal Supremo apresurándose a impedir que se investiguen los crímenes de la dictadura, que es lo que ellos y sus otros llevan haciendo desde que la Memoria Histórica amenazó con escarbarles a algunos en la familia; y por otro lado tenemos a un grupo de ciudadanos que le piden al alcalde que cumpla su promesa de ponernos un verdadero carril-bici en la ciudad que nos permita ir dando pedales a un cine de la Gran Vía, igual que se puede hacer en las otras ciudades civilizadas de Europa, y no se limite a decorar el extrarradio. La que lleva la voz cantante y va primera en el pelotón es la compositora Christina Rosenvinge -madrileña con hache en medio a quien, aprovechando que nos vemos en este artículo, me gustaría pedirle el teléfono del diablo, para pactar yo también con él-, que se ha transformado por esta vez en la abanderada de los abajo firmantes, quizá porque además de ser mucho de todo, por dentro y por fuera, también es un poco danesa, y en Copenhague, Aalborg o Helsingor todo el mundo va en su bicicleta a todas partes, pero no sólo por pasear, sino también porque ése es su medio de transporte para llegar al trabajo, a un restaurante o al colegio de sus hijos.
Los jueces no van en bicicleta porque se les engancha la toga y porque a más de uno se le sale la cadena con demasiada frecuencia, pero el resto de las personas sí puede hacerlo, y que no les vengan con ese rollo de que Madrid tiene muchas cuestas: el que las quiera y pueda subir, que lo haga, y el resto, que se monte en un autobús. Pero el plan prometido, escriben los denunciantes, "no está siendo ejecutado en calzadas que han sido reformadas recientemente y que forman parte de los ejes ciclistas principales del Plan Director de Movilidad Ciclista de Madrid. Hemos sufrido una gran decepción cuando hemos visto terminada la obra del tramo Colón-Cibeles -parte del proyecto de remodelación del eje Prado-Recoletos- sin la ejecución del carril-bici tan esperado. Tampoco en la obra de la pavimentación de la Puerta del Sol, finalizada hace unos meses, así como la peatonalización de Arenal -ambas forman parte del Eje Ciclista Principal que conecta El Retiro-Cibeles-Sol-Ópera- se han ejecutado los tramos aprobados de carril-bici". Y la pregunta es evidente: ¿si no lo hay hecho ahora, cuándo lo piensan hacer? ¿La promesa era sólo la primera parte de la mentira?
Tal vez lo que ocurre es que montar en bicicleta es bueno para nuestra salud pero malo para la del Ayuntamiento, la Comunidad Autónoma y el Gobierno, que recaudan dinero a manos llenas de los coches a base de multas, parquímetros, carreteras radiales, impuestos de circulación y demás. Pero es una lástima privar a Madrid de la paz de las bicicletas, que son el esqueleto de la urgencia, son molinos que desgranan el sol como maíz ardiendo y son, porque lo dice Pablo Neruda, el alma del movimiento. Oigan, Alberto y los demás: no sean desalmados, que para eso ya están los jueces.
"¿Ves?", dice Juan Urbano, "al final todo es cuestión de acelerar o detenerse. Nos dan a la gente normal alas para los pies y a algún que otro magistrado le paran los pies, y esto va de cine".
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