Sarah de Alaska 2012
La ex gobernadora Sarah Palin emerge como la 'estrella' del movimiento ultraconservador del 'Tea Party' - Su objetivo: conquistar la Casa Blanca
Le gusta y acostumbra a decir que cuenta con que Dios le mostrará "cuál es la siguiente puerta abierta" que debe cruzar. Con esa garantía no se necesitan muchos planes. Aunque cobrar 100.000 dólares -que asegura se donarán íntegros a "la causa"- por pronunciar el discurso en la cena de clausura -que tiene por precio 349 dólares- de la primera Convención Nacional del Tea Party que desde el pasado jueves se desarrolla en Nashville (Tennessee) es un buen pórtico con el que Sarah Palin, ex candidata republicana a la vicepresidencia de Estados Unidos, puede iniciar su carrera hacia la anhelada Casa Blanca. Luego, Dios dirá.
Sarah Palin y el agua bendita son sinónimos entre los seguidores del Tea Party, un movimiento de base ultraconservador que se ha convertido en catalizador del descontento popular por las políticas del presidente Barack Obama. Integrantes de este grupo se han desplazado desde diferentes puntos de la Unión hasta Tennessee para elevar a los altares de la nominación presidencial de 2012 a esta mujer que en cuatro días -literal- cumplirá 46 años.
Su objetivo es purgar el Partido Republicano de candidatos 'blandos'
"¡Sarah, Sarah, Sarah!... si mis cuatro hijas no hubieran nacido ya y tuvieran nombre, una de ellas se llamaría Sarah", confiesa entre orgullosa y divertida Amber Dawns, ama de casa que dedica su poco tiempo libre a la causa pro vida. "La salvación está en Sarah"; apunta otra señora. "Sarah de Alaska, ésa es la verdadera América", añade Perry Longform, que se define "harto de las élites de la costa este", de "la violación de sus derechos constitucionales" y de que Barack Obama vaya a destruir el país que sus "blancos antepasados" construyeron (por construir se refiere a fundar, aunque Longform no tiene tiempo para ironías, lingüística o reconocimiento a los esclavos). Longform tiene una revolución que hacer. Como Sarah.
Populista, ultraconservadora, crítica de los RINO (Republicanos Sólo De Nombre, en sus siglas en inglés), antiestablishment, contraria al derecho al aborto -que prueba de manera casi obscena exhibiendo a su hijo de casi dos años con síndrome de Down por platós y mítines políticos-, la antigua gobernadora de Alaska saltó a la política nacional en el verano de 2008 cuando fue elegida por el entonces candidato republicano a la presidencia, John McCain, para ser su vicepresidenta en el viaje hacia la Casa Blanca.
Historia es que McCain perdió las elecciones y con él Palin, quien se quedó con un sabor amargo en la boca que ahora parece dispuesta a enjuagar con un posible papel de facto como líder del movimiento de base Tea Party. Que Sarah Palin desea dar el asalto es más que obvio. Hacía dónde lo dé, está por ver. Quizá ni siquiera lo sabe muy bien; facciones del propio Tea Party dicen no querer un líder... Como también están por ver las consecuencias que tendrá el movimiento libertario y frustrado con las políticas de la Administración Obama para el Partido Republicano y el Partido Demócrata. Nadie obvia -y los republicanos temen- el llamado efecto Perot, aquel multimillonario de nombre Ross que robó un 19% de los votos del electorado al republicano George Bush padre en las elecciones presidenciales de 1992, entregando así la Casa Blanca al demócrata Bill Clinton. Pero también ha quedado probado que la fuerza y empuje de los Tea Party pueden acabar con puestos considerados tan vitalicio como el escaño del Senado que hasta hace unos días detentaban sin pelearlo los demócratas en Massachussetts.
Palin es un catalizador alrededor del que el Tea Party está creciendo de forma casi exponencial en tamaño y presencia y que definirá las elecciones de mediados de mandato de noviembre. Con su mensaje contra Washington, con su objetivo final de purgar al Partido Republicano de sus candidatos blandos y moderados -léase Charlie Crist, a quien le ha salido un durísimo competidor en su intento de ganar un escaño al Senado por Florida en el ascendente teapartista Marco Rubio-, la mediática Palin -recién fichada por la FOX- tiene todo el virus del miedo exarcebado en tiempos de crisis inoculado en sus admiradores y nada que perder porque no se examina en las urnas, ya que está libre de cargos y corre por libre.
"Los americanos estamos hartos", resume Cecelia Ayers. "Hartos de pagar impuestos y hartos de la autoridad gubernamental. Sarah es de verdad. Es real". Ayers dice tener junto a la Biblia, en su mesilla de noche, su otra Biblia, que esperaba fuera autografiada en la velada de anoche: Going Rogue, el libro de Palin que ha batido récords de ventas y que es un resumen de casi 400 páginas -de virtuosa ignorancia, como lo define The New York Review of Books- de la pasión, la sinceridad y los principios bajo los que esta licenciada en Periodismo -pero que no fue capaz de nombrar un solo diario cuando durante la campaña presidencial pasada la presentadora Katie Couric le preguntó qué leía- vive sus tranquilos y americanos días en Wasilla (Alaska). Sarah es real.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.