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Columna
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Balada de los hijos de...

Todo el mundo sabe ya lo que Esperanza Aguirre piensa de alguien de su partido: "Hijoputa". Aunque la expresión no sea digna de una dama de la nobleza, eso dijo la presidenta en conversación privada, pero con micrófono indiscreto a su vera. Algo parecido a lo de Rajoy cuando soltó que el desfile militar era "un coñazo". Aunque doña Esperanza no desveló el nombre del aludido, los expertos afirman que se refería al alcalde, con el que mantiene relaciones circenses desde hace años. Aguirre podía haberle llamado "hideputa", que queda mucho más cervantino. Si dijera "hijo de puta", la cosa sería más dura. El colmo hubiera sido que redondeara el exabrupto añadiendo "la gran".

Pero no, doña Esperanza prefirió una sola palabra que, aunque no existe en el diccionario de la RAE, es seguramente uno de los insultos más populares en el mundo de habla hispana. Tan popular que en muchas ocasiones no es un improperio, sino un saludo afectivo e incluso una ovación: "¡Qué golazo ha metido el hijoputa!". Otras muchas veces, es una expresión falaz a todas luces. Si te llaman eso, tú puedes mirar tranquilamente a otra parte pensando que se refieren a otro individuo, porque sabes que tu madre era una santa. Quien presuntamente te vitupera así es un ignorante.

La palabra "hijoputa" debería ser excluida del catálogo de expresiones injuriosas y añadirla al de los elogios. En la práctica, esto significaría que los hijoputas de toda la vida no existen, cosa que todo el mundo duda. En este contexto, Aguirre elogió a Gallardón. A lo mejor se sienten eufóricos con las cifras del desempleo en Madrid, las más altas de España, con medio millón de parados en 2009 y negros presagios para 2010. Hay mucha gente que ya no se preocupa por la muerte, se preocupa únicamente por la supervivencia del día a día. La balada de los hijos de la gran crisis.

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