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Los estragos de la crisis en la región

Si yo fuera funcionario...

Casi 35.000 opositores luchan por 589 plazas de auxiliar municipal - El 70% tiene más titulación de la exigida

Pablo de Llano Neira

Nada menos que 34.510 opositores compiten desde el jueves hasta el domingo por un contrato de trabajo estable, unos 1.400 euros al mes y horarios regulares. El concurso a auxiliar administrativo del Ayuntamiento de Madrid ofrece 589 plazas de funcionario, siempre codiciadas, pero más todavía cuando el horizonte laboral sigue negro tupido. Montse, de 30 años, auxiliar temporal de hospital, lo define con cuatro sílabas: "U-to-pí-a".

Delante de dos edificios de la Casa de Campo, el pabellón de La Pipa y el pabellón de Convenciones, se agolpaban ayer a las cinco y media de la tarde cientos de opositores. Hombres y mujeres en la treintena la mayoría, en paro o con trabajos inestables, graduados o licenciados sin salidas. El requisito es tener el graduado escolar, pero el 70% de los que se presentan tienen más titulación. Compiten por menos plazas que nunca, según el Ayuntamiento: una plaza por cada 60 aspirantes. El concurso comenzó el jueves con los exámenes a discapacitados, para quienes hay reservadas 60 plazas.

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La entrada en el pabellón de La Pipa, un enorme espacio con decenas de filas de sillas, parecía un ejercicio de alistamiento militar. Un funcionario voceaba como una metralleta los nombres de los concursantes. Cuando todos pasaron, quedaron fuera, en la tarde fría, sus familiares y sus amigos. Contaban los motivos de la gente a la que acompañaban, todos reductibles a un sola idea: tener un trabajo duradero.

"Mi esposa tiene 47 años y era documentalista en un medio de comunicación. Llevaba trabajando 20 años y en noviembre de 2008 la pusieron en la calle. Un ERE. Y esto es un cambio bestial. Te rompe la vida, va pasando el tiempo y no aparece nada... Es muy crudo". La historia de esta mujer en paro la cuenta su esposo, que prefiere no dar sus nombres.

El trabajo de funcionario es un flotador laboral y los opositores lo desean sin condiciones, pese a que la ocupación, al menos en el caso del auxiliar, no sea excitante. En la convocatoria a este concurso, la descripción que hace el Ayuntamiento de la función del auxiliar administrativo parece dirigida a un robot. Por ejemplo: "Comprobación y realización de operaciones aritméticas en procedimientos simples y repetitivos". O también: "Realización de actividades administrativas elementales con arreglo a instrucciones recibidas".

Pero el grisáceo paisaje laboral no es argumento para desechar actualmente un empleo fiable. María Jesús, madrileña de 50 años, espera en la puerta B del pabellón de La Pipa a que salga su hijo Javier, un licenciado en Derecho de 24 años: "Como dice el chico, el trabajo consiste en llevarle los papeles a cualquiera. Y es así, son funciones de ayuda, pero yo sé cómo están las cosas y no le pasa nada por presentarse". Javier, según dice su madre, aspira a ser funcionario del Consejo de Seguridad Nuclear.

La función principal de un auxiliar es tramitar y mecanografiar papeles. Por eso en la prueba de ayer, además de responder a un cuestionario de 90 preguntas sobre cuestiones administrativas, los opositores tenían que pasar un examen de ofimática (uso de ordenadores) y de escritura en teclado, con un límite mínimo de 280 pulsaciones por minuto. Arquitectos, ingenieros de telecomunicaciones, juristas, periodistas, entre los licenciados, y otros jóvenes sin carrera pero con barroco currículum a sus espaldas, construido por una sucesión de trabajos breves y heterogéneos, se enfrentaban a estas pruebas con la ilusión del que aspira simplemente a trabajar.

Fuera del pabellón, Pedro Zapata, madrileño de 29 años, explicaba que su esposa, Elena Aragón, de 32 años y también de la capital, licenciada en Filología Alemana en paro, persigue el neto objetivo laboral, pese a que lo suyo sean las letras. "Ya ha opositado tres veces a bibliotecaria, pero no ha conseguido la plaza. Ahora se presenta por primera vez al puesto de auxiliar y lleva meses estudiando más de 10 horas al día para conseguir esta plaza de auxiliar". Pedro trabaja y la pareja se mantiene, pero sin la holgura suficiente para aspirar a cosas tan elementales como tener un niño. "Quizás si ella consigue la plaza, no sé. Creo que lo hemos estado dilatando por temor", dice el esposo de la opositora.

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