"No soy un ideólogo", afirma Obama a los congresistas republicanos
El presidente de EE UU mantiene un insólito debate con líderes de la oposición
"Yo no soy un ideólogo. Si ustedes saben cómo podemos hacer lo que tenemos que hacer de mejor manera y de forma más barata, lo hacemos". Con esas palabras, Barack Obama invitó ayer a los congresistas republicanos a trabajar con él superando las diferencias naturales entre los partidos.
Fue un acto insólito y de extraordinaria relevancia. El presidente decidió acudir personalmente a la conferencia que celebraban en Baltimore los miembros republicanos de la Cámara de Representantes para ofrecerles -a ellos y a los votantes- garantías de que cuando convoca al bipartidismo realmente está dispuesto a dar los pasos necesarios para intentarlo. Era como meterse en la cueva del lobo. En esa conferencia están algunos de los más reputados detractores del presidente y algunos de los más furiosos derechistas del país.
El dirigente asegura que está dispuesto a superar diferencias entre partidos
Pero acabó siendo un gran éxito de relaciones públicas para Obama y una gran lección de democracia para la nación. No es habitual ese tipo de contactos en este sistema político, que mantiene al presidente constitucionalmente alejado del trabajo de las cámaras parlamentarias. Fue, por tanto, una gran oportunidad para un intercambio de ideas, a veces crudo y sincero -"¿Por qué nos desprecia usted en público diciendo que nunca presentamos propuestas?", dijo Tom Price-, pero expresadas siempre con una gran formalidad y respeto. El presidente pronunció primero un breve discurso y respondió después a varias preguntas.
Obama y los republicanos expusieron sus dos visiones del país. Defendieron sus distintas soluciones para atajar el desempleo, frenar la deuda, reformar la sanidad o modernizar la producción de energía. Aunque fueron evidentes las diferencias, el presidente se comprometió a tener en cuenta las ideas escuchadas, incluso en su más querido proyecto, el del sistema de salud. "Si ustedes me enseñan propuestas que expertos independientes puedan respaldar como beneficiosas para la reforma que necesitamos, pueden estar seguros de que las voy a incluir", prometió.
Lo mismo, añadió, es aplicable a otros asuntos, como el del paro, que es hoy la mayor preocupación de los ciudadanos. Obama señaló que ambos partidos deberían ser capaces de hacer sacrificios en esa materia, adoptar decisiones que pueden tener cierto coste electoral y actuar juntos. "A veces nos ocupamos más de cómo van nuestras encuestas que de hacer cosas. No es eso lo que quiere el pueblo estadounidense. El pueblo no quiere que nos ocupemos de salvar nuestros puestos de trabajo, sino sus puestos de trabajo", manifestó.
No fue una reunión fácil. Obama tuvo que salir en defensa de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, e interrumpir educadamente la ovación que siguió a una descalificadora alusión a ella. El presidente tuvo que soportar durísimos reproches por el plan de estímulo económico, por la reforma sanitaria y por el crecimiento del déficit. Obama se defendió con aplomo y con simpatía. Las críticas se intercalaban con risas en la medida en que los participantes en el debate alternaban los argumentos duros con los chistes amables. En ese clima, el presidente se quejó de que, en muchas ocasiones, "se declara la oposición antes incluso de que expliquemos nuestras ideas".
Mencionó como prueba la posición republicana sobre los impuestos: "¿Por qué se opusieron ustedes a una ley [la del estímulo] que incluía 300.000 millones de dólares de reducción de impuestos de los que se beneficia el 95% de los estadounidenses?".
El congresista Mike Pence le respondió que, si era auténticamente sincero en su deseo de bajar impuestos, por qué no proponía, como hizo John Kennedy, una reducción indiscriminada, para toda la población. Obama contestó que no era partidario de bajarle los impuestos a Warren Buffett, la mayor fortuna del país.
Otro campo de batalla fue el de la deuda nacional. Uno de los participantes le recriminó por elaborar unos presupuestos federales, que serán presentados la próxima semana, que triplican la deuda. Obama dijo que una gran parte de ese incremento se la llevan programas (dos guerras, Medicare, Medicaid y Seguridad Social) que estaban en marcha antes de que él fuera presidente.
"Pero no importan las diferencias que hayamos tenido hasta ahora", concluyó, "colaboremos, sin creer, por supuesto, que sólo defendemos nuestras ideas cuando nos aceptan el 100% de nuestras ideas".
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