Cuando lo importante es ganar
El Madrid pasa demasiadas apreturas para doblegar al Efes Pilsen en la Euroliga
Llegados a estas alturas de la Euroliga, ya sólo cuenta ganar. Sobre todo en casa, donde una derrota te manda al infierno casi definitivamente. Teniendo en cuenta estas circunstancias, el Madrid puede sentirse contento. Salvó los muebles y puede viajar en las dos próximas semanas a Tel Aviv y Siena con relativa tranquilidad en busca de una victoria que le deje muy cerca de los dos primeros lugares del grupo. El juego fue otra cosa. Ante un adversario con no muchos argumentos, sufrió de lo lindo, incluso demasiado. Eso sí, dejó lo mejor para el final, donde fue todo lo contundente y preciso que requería la ocasión. Aún así, volvió a transmitir la sensación de que tiene muchos problemas para darle continuidad a su juego y a sus jugadores. Un arreón por aquí, Bullock, Garbajosa o Jaric que meten un par de canastas seguidas para luego desaparecer, dos defensas poderosas seguidas de incompresibles pérdidas de balón o un contraataque que despierta al público y que no se vuelve a repetir en minutos. Carrusel infinito de cambios en busca de una cuadratura que no llega. Todo demasiado intermitente, excesivamente inconstante.
REAL MADRID 77 - EFES PILSEN 70
Real Madrid: Prigioni (7), Kaukenas (11), Jaric (9), Velickovic (6) y Lavrinovic (11) -cinco inicial-; Llull (6), Bullock (12), Vidal (-), Garbajosa (6) y Reyes (9).
Efes Pilsen: Arslan (6), Thornton (14), Smith (18), Peker (6) y Kasun (8) -cinco inicial-; Tunçeri (3), Popovic (1), Rakocevic (-), Shumpert (8), Kuqo (6) y Santiago (-).
Unos 5.400 espectadores en Vistalegre.
Ante los turcos solucionó los problemas provocados por esa arritmia apretando algo más los dientes en defensa durante el último cuarto y teniendo un buen manejo de las últimas jugadas ofensivas, pero las metas de este equipo son bastante más altas.
Durante más de 30 minutos, el Madrid fue a remolque. Sin perder de vista al rival, pero siempre detrás. A base de la constante movilidad de Thornton y Smith, el Efes no tenía grandes problemas para encontrar formas de fastidiar a los blancos. A diferencia de Messina, su entrenador ha decidido limitar al máximo las rotaciones y confiar en siete jugadores, lo que ha convertido en carne casi perenne de banquillo a ilustres conocidos. Tunceri, Rakocevic y Santiago tuvieron una presencia testimonial, lo que deja entrever algo más que cuestiones puramente baloncestísticas.
En esta ocasión los elegidos para jugar correspondieron a su entrenador con buenos rendimientos, sobre todo por parte de La Araña Smith. Jugador muy querido entre la afición madridista y cuya salida no fue ni explicada ni comprendida del todo, el estadounidense hizo todo lo posible para reivindicarse. A fe que lo consiguió, pues llevó de cabeza a todos sus defensores y colaboró en otras facetas hasta completar una estadística ejemplar: 18 puntos, 7 rebotes, 5 robos y 4 asistencias. Dos triples suyos consecutivos provocaron la última ventaja turca (60-61, siete minutos por jugar). A partir de ahí, el partido entró en su mejor fase. A más presión, los jugadores rindieron mucho mejor que en los minutos de tanteo. El intercambio de canastas se prolongó hasta que a falta de 2m 40s, Smith cometió su quinta falta. A veces, los partidos suelen tener dos finales. Uno, el oficial, cuando el marcador se queda a cero. Otro, el virtual, cuando ocurre algo que provoca de manera tácita el fin de las hostilidades. La salida de Smith y un dos más uno posterior de Llull terminaron con el debate colocando al Madrid donde quería. Sin mucho juego, sin ningún jugador especialmente destacable, pero con una victoria en la mochila antes de irse de viaje. En el Top-16 esto resulta más que suficiente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.